Actualizado 31/08/2010 14:00

José Cavero.- Los activistas de El Aaiun

MADRID 31 Ago. (OTR/PRESS) -

La mayor parte de los diarios de este lunes reproducen y destacan la fotografía de Carmen Rogerm, cuyo rostro quedó apreciablemente desfigurado por los malos tratos que recibió, con la cara hinchada por os golpes, junto con otros cuantos activistas que se manifestaban por la independencia del Sahara. Con Carmen han merecido sus atenciones otros cuerpos golpeados, según el relato de los hechos, por policías marroquíes de paisano que emplearon métodos abiertamente violentos para dispersar al grupo de los catorce activistas españoles que viajaron a El Aaiún, y que han explicado que esperaban ser disueltos, "pero no con tanta violencia".

Lo cierto es que podríamos hablar de una "crónica perfectamente previsible": ir a manifestarse a la capital del Sahara administrado por Marruecos era difícil que pudiera terminar de otra manera. La también activista saharaui Aminetu Haidar fue muchísimo más hábil y eficaz, reclamó mucho más tiempo de atenciones, y su historia de incómoda huésped de un aeropuerto español, el de Lanzarote, acabó mucho mejor que la de este grupo de activistas prosaharauis. El final, de momento, es esta historia, era también perfectamente previsible: Los activistas se quejan del Gobierno español -por supuesto, del marroquí-, y el Partido Popular y González Pons aprovechan para arremeter, a su vez, contra la política del gobierno socialista con Marruecos, con las ciudades españolas en territorio marroquí y con el no descolonizado Sahara, todo junto y revuelto. Los activistas proclaman que el Gobierno español es renqueante y siempre cede, aunque se proclame defensor de los derechos humanos.

El PP y otros partidos han exigido al Gobierno que eleve un queja diplomática ante Marruecos por el mal trato dado a los ciudadanos españoles. Naturalmente, ha faltado tiempo para que el portavoz González Pons, tras su reciente viaje a Melilla, pidiera al Gobierno de Zapatero "que la solución a estos incidentes no pase nuevamente por un ministro en Rabat pidiendo perdón porque los españoles ejercen sus derecuos fundamentales. Para Pons, este suceso demuestra que la visita de Rubalcaba a Rabat fue puro teatro, y anticipó que su partido llevará el asunto al Parlamento. González Pons entiende que siempre que hay un problema de ciudadanos españoles con la policía de Marruecos, el gobierno de España da la razón a la policía marroquí.

Por su parte, la secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE, Elena Valenciano, ha explicado que Marruecos había prohibido la protesta de los activistas españoles, y que éstos carecían de permiso para su manifestación en El Aaiún, consistente en unas sentada por la autodeterminación de los saharauis. A Valenciano lo que más le llama la atención es que González Pons siempre trate de agrandar los conflictos... Y ha insistido en que es propósito del gobierno trabajar para seguir manteniendo muy buenas relaciones con el país vecino... Como pone de relieve algún analista que relata los hechos, Marruecos viene siendo un filón de argumentos para la oposición del PP.

Una muesca más, en las no fáciles relaciones Madrid-Rabat, y en las menos fáciles aún relaciones de PP y gobierno por esta causa.

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