Actualizado 01/08/2007 02:00

José Cavero.- Apagones e incendios

MADRID 1 Ago. (OTR/PRESS) -

El verano propiamente dicho ha llegado, con el protagonismo de dos clases de fenómenos contrarios: apagones e incendios. Apagones tan escandalosos como el de Barcelona, que inevitablemente deberán llegar a conclusiones y efectos políticos, por el número tan elevado de afectados y por la condición de las empresas responsables, e incendios no menos llamativos y pavorosos como los que han asolado la isla de Gran Canaria o Sierra Morena, en Córdoba.

Son, qué duda cabe, ejemplos de chapuza nacional, condenables y de difícil explicación. Ejemplos de una España impresentable, de la que ya pensábamos que no podía existir, y necesitada de urgente corrección. Primero el gran apagón de Barcelona, que se une a otros desastres parecidos en materia de servicios públicos, particularmente los trenes de cercanías, en los que se han batido todos los récords de ineficacia, mala fortuna y desatención al público, todo en una pieza.

No resulta fácil determinar si ha primado la falta de inversiones o la mala suerte, pero lo cierto es que los ciudadanos han llegado al punto de no aguantar más. Lo que debían ser amables y eficaces servicios públicos se han convertido en problemas sucesivos e interminables de los que nadie se hace responsable y por lo que nadie pide disculpas.

Luego, los incendios, y en particular los dos que han mantenido en vilo a la ciudadanía en los días finales de julio. El número de hectáreas que han ardido en la isla de Gran Canaria y en Cerro Muriano, Córdoba, indican ya que tenemos por delante un verano horrible, o un nuevo verano horrible en esta asignatura de permitir que ardan bosques que han tardado centenares de años en ponerse en pie. Por si fuera poco, en ambos casos parece que se conoce con bastante perfección el estúpido origen de los fuegos: En Gran Canaria, un individuo que, para mayor perplejidad resulta ser vigilante forestal, provoca el fuego para protestar por la escasa duración de su contrato de trabajo. La desproporción del incendio, con muchísimos miles de hectáreas abrasadas, y el origen de las llamas produce estupor y enfado a cualquiera. ¿Qué castigo puede haber para un individuo de esa naturaleza?

El incendio de Cerro Muriano también deja atónito a cualquiera: un cuartel produce el incendio del monte en que se halla alojado. No es la primera vez que tal cosa acontece, y hay que recordar las veces que algo parecido ha sucedido en el Monte Teleno de Astorga y sus correspondientes maniobras militares con resultado de fuegos que devastan centenares de hectáreas de arbolado o monte bajo. En todo caso, nos hallamos ante una imprudencia o una actuación imperdonable con muchos responsables: la tropa y sus oficiales, por igual. ¿Esta es la octava potencia mundial, o la España de las chapuzas permanentes, con impuestos a nivel de potencia y servicios a nivel de Tercer Mundo?

José Cavero

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