MADRID 30 Nov. (OTR/PRESS) -
La lectura detenida de los periódicos del domingo resulta a menudo amena y muy didáctica, por la suma redeclaraciones que hacen los políticos, de aquí o de fuera, por igual. Por ejemplo, las declaraciones que efectúa el ex primer ministro británico, Tony Blair, investigado en el Parlamento de su país por la actuación que decidió acometer contra el régimen de Sadam Hussein en Irak y por las mentiras previas sobre "armamento peligrosísimo" que, sostuvo, tenía Hussein. Blair fue descartado hace unos pocos días para ser el máximo representante de la Unión Europea ante el mundo, de lo cual cabe que nos mostremos satisfechos en alguien que afirma que "volvería a hacer todo lo posible para expulsar a Sadam Hussein". Ojalá lo hubiera expulsado, como dice con palabras hipócritas: tras invadir Irak, lo asesinaron salvajemente y abrieron paso a una guerra civil que aún no ha concluido, y que lleva contabilizados muchas decenas de miles de muertos. Pero eso no importa nada a Blair, que tiene "el morro" de declararse "un modernizador". "¿Modernizador", con la estrategia de la invasión de un país y con una guerra civil de incierto porvenir? Algunos modernizadores de esa calaña también hemos conocido aquí, que se siguen considerando "los mejores gobernantes de muchos siglos".
En el mismo diario que Blair, hace declaraciones José Bono, el católico presidente del Congreso, ex ministro de Zapatero, ex presidente manchego, ex segundo de Tierno Galván en el PSP. Bono se queja y se lamenta: "A Pinochet, que era un asesino, le daban comunión, y a mí, no". Es la respuesta de Bono a los obispos, y en particular al muy parlanchín Camino, que no acepta que Bono haya votado a favor de la reforma del aborto, y por ello, lo ha puesto en las listas negras del Vaticano. Por lo menos en las del monseñor jesuita madrileño, discípulo de Rouco. Ciertamente, hay distintas varas de medir en la madre iglesia: no es lo mismo apoyar el aborto que asesinar a los adversarios políticos. No es lo mismo clamar contra el hecho de que unos cuantos niños no lleguen a nacer que no mover en dedo en favor de los niños ya vivos que pueden morir hoy mismo, a centenares, por causa del robo de ayudas al Tercer Mundo que se quedan los grandes dictadores. No es lo mismo... Pero a Pinochet le daban la comunión, y a Pepe Bono se la niega el tal Camino.
En los diarios de este domingo hay unas cuentas referencias al muy controvertido Estatut catalán de muy difícil parto. Un político dice que El Estatut fue un error. Y otro, que el Estatut es un lío de Zapatero. ¿Quién dijo qué? Pudiera ser al revés, pero son frases, respectivamente, de Durán i Lleida, en Público, y de Esperanza Aguirre en La Gaceta. Eso sí, ambos políticos, de Unió Democrática y del PP, respectivamente, coinciden en el odio africano al inquilino de la Moncloa, y coinciden también en su opinión, intransferible, de uno y otra lo harían muchísimo mejor que el actual jefe del Gobierno. Pero será difícil que lleguen a demostrarlo. Por fortuna para la nación. Me parece mucho más lúcida la frase de Jordi Sevilla: Si el TC tarda tanto en fallar sobre el Estatut, es que la cosa no es evidente, sino interpretable. Del Estatut habla también Elena Salgado: No cree que el TC cuestione la financiación de Cataluña, asegura. Pues, entonces, ¿qué importa el resto?, se preguntarán muchos.