MADRID 6 Ene. (OTR/PRESS) -
Tras largas vacilaciones, dudas, sospechas, presiones, Mariano Rajoy ha terminado inclinándose por el candidato Jaime Mayor Oreja para encabezar la lista de candidatos del PP a las elecciones europeas del próximo mes de junio. ¿Qué ha retrasado tanto esta decisión de Rajoy? No parece que hubiera demasiadas dudas, desde el primer momento, aunque siempre se especuló con candidatos alternativos, esencialmente Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, quien desde el primer momento negaba el menor deseo por abandonar el cargo que ejerce y las perspectivas que aún tiene de que Madrid pueda ser elegida capital y sede de los Juegos Olímpicos de 2016. ¿Qué propósito pudiera tener la designación de Galladón para ese puesto, salvo alejarlo de Madrid? Tal vez, potenciar su figura como alternativo a un Rajoy siempre necesitado de tener alternativa en su propio partido... Las valoraciones que en medios políticos se hacen de la designación de Mayor Oreja para esa candidatura son variadas. Destaca El País que Rajoy "deja en manos del PP más duro la campaña de las europeas" y que Oreja repite candidatura pese a la oposición del líder popular. Según El Mundo, Rajoy nombra a Mayor Oreja tras el ascenso de los sondeos de Rosa Díez. ABC dice que Rajoy juega sobre seguro y el PP cierra todo debate interno. Coincide El P. de C., en hablar del ala dura del PP, al elegir a Mayor para las europeas. Según La Vanguardia, Rajoy se blinda con Mayor como candidato y busca neutralizar las pérdidas a favor de Rosa Díez. Sostiene La Razón que el perfil españolista de Mayor es el idóneo para plantar cara al partido de Rosa Díez Y también en Público se apuesta por esta tesis: Rajoy apuesta por Mayor para frenar a Rosa Díez. La dirección del PP no está dispuesta a que la candidata de UPyD arranque un solo punto, mientras el eurodiputado Mayor no despierta recelo en el sector duro.
Es decir, hay dos suposiciones: primera, satisfacer y contentar al ala dura del PP, con la que Mayor Oreja ha estado identificado antes del Congreso de Valencia y después del mismo. Mayor no ha sido un entusiasta de la "línea Rajoy", sino todo lo contrario... Recuérdese la coincidencia de Mayor con María San Gil, y cómo se adivinó su nombre y su gestión en el desplante a Rajoy de la antigua dirigente del PP vasco. Y de otro lado, el temor que pudiera estar produciéndose en el PP a que Rosa Díez pueda significarle alguna clase de competencia en las elecciones siguientes, y vaya aproximándose a la meta que la dirigente de UPyD se propone: Ser, primero, el partido capaz de colaborar con el PP o con el PSOE, el partido bisagra, y pasar a ser, más adelante, un partido "alternativo" al Gobierno. En las más recientes encuestas es evidente que Rosa Díez crece en posibilidades, y no parece improbable que lo pueda hacer a costa del PP, que no contempla mejoría alguna como efecto del desgaste del Gobierno.
Y luego, la condición de "valor seguro" que se atribuye a Mayor. No hay duda de que su muy larga trayectoria política es un aval indiscutible para el candidato. Pero también es probable que sea demostración de que no hay demasiado banquillo en el PP en el que elegir para encabezar una lista de carácter nacional. Irse al parlamento de Estrasburgo y Bruselas significa alejarse de los ámbitos de decisión del Partido, y en buena medida, alejarse de "la pomada". Para algunos, suficientes razones para rechazar un buen pagado puesto sin excesivas competencias, atribuciones o responsabilidades. Mayor Oreja ya cumplió sobradamente sus tiempos de meritorio, como ministro del Interior de Aznar o como diputado en el parlamento vasco. En esta segunda condición, Mayor cometió un desliz que le siguen recordando sus correligionarios: una mañana llegó tarde a la votación y el PNV ganó una partida presupuestaria definitiva en aquel momento...
Mayor Oreja estaba entre las posibilidades que barajaba Rajoy. Le ha hecho esperar, le ha sometido al tercer grado de la impaciencia, y finalmente, ha optado por él, dicen que mediante un SMS enviado a la dirección ejecutiva del PP. Para mostrar su muy calculado entusiasmo...
José Cavero.