Actualizado 04/02/2007 01:00

José Cavero.- Muchos manifestantes más

MADRID 4 Feb. (OTR/PRESS) -

La interpretación del himno nacional y el despliegue de centenares de banderas pusieron final a las tres horas de manifestación realizada en Madrid, en la tarde de este sábado, convocada por el Foro de Ermua, la Asociación Víctimas del Terrorismo y el Partido Popular, y en la que los oradores finales insistieron en sus conocidas tesis: No a la negociación del Gobierno con ETA, ninguna cesión al chantaje de los terroristas, en mi nombre no.

Resultaba inevitable hacer comparaciones de esta movilización popular con la que hace tres semanas se produjo en las mismas calles madrileñas por virtud de la convocatoria de las centrales sindicales y las agrupaciones ciudadanas ecuatorianas residentes en España. En aquella ocasión hubo bastante coincidencia en hablar de una cifra que pudo haber sido de doscientos mil ciudadanos. En esta ocasión, los "contadores" de la Comunidad de Madrid han llegado a estimar nada menos que millón y medio de participantes. De manera que la victoria en la calle ha sido neta a favor de quienes se manifestaron contrarios a una política que no sea la de la derrota y rendición de los terroristas, sin la menor posibilidad de final dialogado para la banda y sus secuaces.

En tono muy distinto se llevó a cabo la otra manifestación de la jornada, la que el obispo de Bilbao, y presidente de la Conferencia episcopal, monseñor Blázquez, había convocado en Bilbao, y a la que acudieron unas cuantas decenas de miles de ciudadanos. En esta ocasión, lo llamativo y destacable fue la intervención del obispo, que ha exigido a ETA que desaparezca "definitiva y totalmente sin dilaciones ni contrapartidas", y que pidió, "una vez más, perdón" a las víctimas del terrorismo. Por lo que se refiere a las intervenciones finales de la manifestación de Madrid fueron coincidentes, sobre todo las de Mikel Buesa y Francisco José Alcaraz, en recriminar la política de Zapatero, que dan por supuesto que insiste en su propósito de llegar a alguna clase de entendimiento para que ETA abandone las armas y sus métodos y para reclamar que se proceda al recurso antiterrorista de siempre: la persecución policial y judicial implacable de los asesinos y sus socios.

Si bien produjo efectos la recomendación de los organizadores de que los manifestantes se abstuvieran de insultar al jefe del Gobierno, resultaba evidente que su figura y actuación están muy lejos de resultar aceptables, y de parecida manera algunos otros nombres cuya mención provocaba actitudes hostiles: el fiscal general o el juez Garzón, por ejemplo.

José Cavero

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