MADRID 13 Ene. (OTR/PRESS) -
Después de unas primeras sesiones tensas y de muy escasas aproximaciones y muy dudosas perspectivas, se tiene la impresión de que, a estas alturas, ya es posible un entendimiento entre Gobierno y sindicatos sobre la reforma de las pensiones. La insistencia de unos y el convencimiento de los otros de que no hay más remedio, y que una solución unilateral podría ser peor, están acercando posiciones. Se ha entrado en la materia, también delicadísima, de los cálculos precisos: edad de jubilación, sí, pero también, años de cotización, en la idea siempre defendida de que no es lo mismo un trabajo sedentario y regular que unas tareas más combativas y arriesgadas. El presidente del Gobierno abrió esa fase de negociaciones al indicar que para cobrar toda la pensión al jubilarse en el futuro no bastará con tener 67 años, también será necesario haber cotizado más de 35. ¿Cuántos, 40, 41? Cree saberse que la intención inicial del Ejecutivo es que hagan falta al menos 37 años de cotización. En todo caso, la nueva propuesta de Trabajo supone endurecer significativamente los requisitos para tener derecho a cobrar el 100 por ciento de la pensión que corresponde al recién jubilado.
Hasta ahora, cuando un trabajador se retira, la Seguridad Social calcula la pensión correspondiente con los últimos 15 años cotizados. Pero sólo el trabajador que ha cotizado durante 35 años cobra el 100 por ciento, al resto se le aplican coeficientes de reducción. Hasta el momento, para los sindicatos, los cambios propuestos en las negociaciones con el Gobierno eran inasumibles, ya que supondrían un recorte en las pensiones del futuro entorno al 20 o el 25 por ciento, según estimaciones que hacía públicas ayer el líder de CCOO, Fernández Toxo. A los sindicatos UGT y CCOO no terminan de convencerles las medidas de flexibilidad que propone el Ejecutivo.
Zapatero y el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, han anunciado reiteradamente flexibilidad para dulcificar el aumento de la edad legal de jubilación y que los sindicatos pudieran aceptarlo. Una de esas medidas sería permitir que los trabajadores con carreras largas de cotización se pudieran jubilar a los 65 años con derecho a cobrar toda la pensión. El Gobierno pretende llegar a exigir hasta 41 años de cotización cuando se ponga en marcha la reforma de pensiones, pero podría crearse un periodo de transición, de modo que en el primer año de entrada en vigor de la norma, 2013, se exigirían 36 años y luego se iría aumentando hasta llegar a los 41 años en 2027. Es lo que sucede en Francia, donde los trabajadores que han trabajado durante 41,5 años pueden retirarse antes de la edad legal de jubilación (62 años tras la reforma aprobada recientemente) percibiendo la pensión en toda su integridad. Otra excepción que contempla el Gobierno para que los trabajadores eludan el retiro a los 67 años se refiere a quienes desempeñan profesiones de riesgo e insalubles.
Como se indicaba, los cálculos de los sindicatos llegan a la conclusión de que todo este paquete de reforma supone recortar en un 25 por ciento las pensiones en el futuro. Los sindicatos también se quejan de que aumentar los periodos de cotización y cómputo perjudica, sobre todo, a las mujeres y a los jóvenes, que son quienes empiezan más tarde a trabajar y tienen carreras de cotización discontinuas. Todo esto lleva a los sindicatos a rechazar las líneas básicas de la propuesta de reforma de pensiones del Gobierno. Pero, lejos de levantarse de la mesa, han reiterado su voluntad de diálogo en este campo e, incluso, ampliaron el campo de negociación para un acuerdo sobre pensiones, negociación colectiva, reforma laboral y política industrial y energética, la elaboración de un plan de choque contra el paro juvenil y el paro de larga duración. Para lograrlo, y que ese pacto lanzara un mensaje de tranquilidad ante la gravedad de la situación económica tanto a ciudadanos como a los mercados, Fernández Toxo, propuso que a las negociaciones se incorporara también la patronal CEOE y todas las fuerzas políticas. En opinión del secretario de Acción Sindical de UGT, Toni Ferrer, es esencial que la patronal y el Partido Popular se sumen a esta negociación. No obstante, los sindicatos no hablan de una mesa general de conversaciones, sino de diálogo sobre los temas que proponen ellos, pero en los ámbitos que le corresponde a cada agente. Esta propuesta supone, en la práctica, que se aleja el fantasma de la huelga general que los sindicatos habían esgrimido hasta ahora con bastante insistencia.
Hoy prevalecen las buenas impresiones. Mañana, ya veremos.