MADRID 24 Nov. (OTR/PRESS) -
La proximidad de las elecciones autonómicas catalanas y la que también se supone próxima publicación de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut están calentando muy apreciablemente el clima de la política catalana. Ya, prácticamente, no hay día en el que algún dirigente político catalán opine sobre esa sentencia que no termina de llegar. Un día es Joan Saura, que reclama que dimita en bloque todo el Tribunal Constitucional. Otro día es Jordi Pujol, que proclama que no habrá más remedio que acatar esa sentencia, porque "de lo contrario, nos enviarán a la Guardia Civil". O bien, el socialista Miquel Iceta, que ha advertido que el retraso y las filtraciones están fomentando el radicalismo y que una sentencia que altere lo que votaron los catalanes traerá consigo consecuencias políticas.
Ayer fue el propio president de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, quien se refirió a este tiempo de espera, en el que surgen los impacientes y las impaciencias. En particular, Montilla estaba ayer afectado por la crónica que, desde el diario El País, señalaba como muy probable que el TC determine que no es adecuada la denominación de nación para Cataluña, ni siquiera antes de entrar en su articulado concreto, en el preámbulo. Montilla, en su llamamiento de este domingo, exigió al Constitucional que respete el espíritu de pacto y el espíritu integrador que permitió redactar la Constitución, y advirtió que una interpretación restrictiva del Estatut catalán puede poner en peligro la Ley Fundamental. Montilla también recordó que el Estatut que debaten los magistrados del TC está legitimado por el Parlamento autónomo, por las Cortes y por el referéndum de los catalanes. Y recordó que defender la Constitución es promover el espíritu integrador, plural, abierto y acogedor, y utilizarse en sentido contrario es ponerla en peligro.
Y mientras tanto, el TC no sale de su atasco originado por el empate entre favorables y contrarios al texto, después de más de tres años de deliberaciones y hasta cuatro versiones de la ponencia. El diario El País dedica este lunes un editorial a ese futuro fallo del TC, del que cree saber que se decanta cada vez más nítidamente hacia una sentencia adversa para la norma. El curso que han tomado las deliberaciones permite presagiar que la vieja aspiración de que el alto tribunal dictase una sentencia salomónica, sin vencedores ni vencidos, ha quedado definitivamente arrumbada. Y advierte que si los aspectos identitarios del texto no superan el cedazo constitucional, la letra pequeña de la sentencia quedará inadvertida para muchos y la mayoría de los catalanes acogerá el fallo como un derrota de Cataluña y el PP como una victoria propia en toda regla...
Y advierte seguidamente que esa sentencia, al parecer inminente, tendrá efectos políticos. El primero de ellos la radicalización de CiU y ERC. Pero también a los catalanes que quieren sentirse cómodos en una España que reconozca su pluralidad. Termina diciendo El País: agravar el problema catalán o encauzarlo, ese es el dilema que afronta el Constitucional...