Actualizado 06/03/2010 13:00

José Cavero.- El nuevo choque con Chávez.

MADRID, 6 Mar. (OTR/PRESS) -

La irrupción del auto del juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional, en las relaciones hispano-venezolanas planea amenazante sobre las relaciones políticas, diplomáticas pero también económicas, entre los dos países. Recuérdese, tras el auto judicial, Zapatero expresó públicamente su deseo de que el Gobierno de Caracas diera las oportunas explicaciones sobre esas relaciones de connivencia o colaboración que parecen haber mantenido la banda ETA y los guerrilleros FARC, a quienes el Gobierno de Chávez ha dado apoyos nada ocultos, y ha llegado a considerar "elementos favorables" a su propia revolución bolivariana en marcha. Como consecuencia del encargo de Zapatero, Moratinos informó a Chávez de las pesquisas del juez y reclamó explicaciones sobre la coincidencia de etarras y guerrillas y sus planes de causar la muerte, durante sus viajes a España, del presidente colombiano Alvaro Uribe y de su antecesor en el cargo, Pastrana.

La reacción de Hugo Chávez no se hizo esperar, y con los modos que le son propios, "el caudillo" sobreactuó su personalidad batalladora, ante micrófonos y con público entregado a la causa. No había explicaciones que dar, y nadie estaba justificado para reclamar ante el pueblo soberano venezolano en el que, de repente, de transformaba el propio caudillo Chávez. ¿Qué otra cosa cabía hacer al Gobierno español? Pues bien, ha sido el máximo responsable de la lucha contra el terrorismo etarra y máximo responsable de la aplicación de la ley, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien ha exigido "rotundamente" al Gobierno de Venezuela que colabore con las autoridades españolas en la investigación para aclarar la posible relación entre ETA y las FARC, unos vínculos en los que, según el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, participaría también el régimen de Hugo Chávez. Rubalcaba ha abordado el asunto diciendo: "Le pediría a Venezuela que colaborara más", dijo durante una entrevista en TVE en la que ha señalado que "hace falta continuar la investigación" porque, según ha dicho, es un tema de "una gravedad importante".

Para Rubalcaba hay datos que permiten sugerir que "alguna colaboración ha habido" entre la banda etarra y la narcoguerrilla colombiana. Con evidente "diplomacia", Rubalcaba ha evitado entrar a valorar el comportamiento de Hugo Chávez, tras desatarse la polémica, y se ha limitado a reclamar "que colaboren cuanto más mejor". "Si pido colaboración a Venezuela es incompatible con decir según qué cosas", ha afirmado el ministro. "Para que esa colaboración vaya bien hay que ser prudente en lo que se dice", ha añadido sin querer entrar a valorar tampoco las manifestaciones de su colega de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

Sin duda, es un modo práctico de reconducir una cuestión delicada, que hace temblar a muchos empresarios que operan en negocios venezolanos, y que conocen las prácticas del Caudillo Chávez cuando algo no le resulta grato o desbarata sus planes. Durante la misma conversación, Rubalcaba, y refiriéndose a los abertzales de Batasuna, proporcionaba una "doctrina" también aplicable a las guerrillas de FARC y a su mentor Chávez: Lo que no piensa aceptar el Gobierno es la "ambigüedad" respecto a la violencia, por la sencilla razón de que esa ambigüedad "sólo conduce a reforzar a los violentos".

Ahora está por ver que la estrategia de Rubalcaba se demuestre más eficaz que la de Moratinos y Zapatero. O si Chávez sigue en sus trece de no querer dar explicaciones a nadie sobre un asunto incómodo.