MADRID 23 Mar. (OTR/PRESS) -
Dice con razón Mariano Rajoy que Batasuna y Otegi salen en los telediarios incluso más que el PP pancartero y movilizado en los últimos tiempos... Y en la jornada de este miércoles tuvimos abundante demostración de la atención que suscita la alternativa abertzale. Precisamente, es una de las informaciones sobresalientes del día, y es una de las cuestiones políticas de mayor relieve que, desde hace décadas, se trata de resolver en Euskadi: ¿Es más razonable tener a ese grupo y sus 'leales' permanentemente en la clandestinidad, incluso con riesgo de que pasen a engrosar la población penitenciaria, o es más recomendable tratar de incorporarlos a la vida política y social, como cualquier otra fuerza política?
En principio, parece que la segunda vía es la más razonable, pero con la exigencia previa de que abandonen definitivamente la violencia y condenen esa clase de prácticas a las que inevitable y justificadamente se los relaciona por su indudable afinidad con ETA en propósitos políticos independentistas. Ese es el gran deseo y la gran aspiración: que Batasuna o como quiera llamarse termine su condición de apéndice político de la banda, tenga vida propia y métodos políticos homologados y no violentos, y juegue a la representación política como cualquier otra fuerza de Euskadi o de Navarra, PNV, PSE, PP...
¿Será posible? Cabe adivinar que se hacen esfuerzos -sobre todo, desde el Gobierno de Zapatero, o en voz del presidente del PNV, Josu Jon Imaz- para convencer a Otegi de que, de una vez por todas, termine con la dependencia que mantiene con la banda, y pase a disponer de autonomía y voz propia, desarrollando y aplicando las doctrinas que últimamente expone en sus mítines y declaraciones. Quienes conocen la organización de la banda explican que eso sólo será posible cuando la dirección de la banda lo decida, y eso sólo podría ocurrir cuando controle a sus "combatientes", algunos de ellos todavía "subidos al monte" de la violencia, callejera o de terminales aéreas.
Precisamente cuando se ha cumplido un año del anuncio de una tregua indefinida por parte de ETA vuelve a plantearse la gran cuestión de si hay auténtica y real voluntad y firme decisión, por parte de la banda, para cambiar de oficio a sus bandidos y maleantes. Existe la creencia muy generalizada de que sus estrategas han llegado hace tiempo a la conclusión de que no tiene sentido la ETA de cuarenta años de muerte, terror y desolación, pero de ahí a dar carpetazo a su propia existencia hay un trecho largo, difícil, complicado...
Y en esta coyuntura, surge la controversia sobre si a Batasuna y a Otegi deben dárseles facilidades, e inclinarse por el "final dialogado" de la violencia, como parece que hacen el gobierno y la Fiscalía, o por el contrario, conviene apretarle más y más, exigiendo que cumpla con la normativa vigente sin la menor benevolencia. O, dicho de otro modo, si a ETA y sus aláteres es preciso "derrotarlos hasta la muerte" o bien facilitarles su acceso a las vías democráticas y representativas...
José Cavero