MADRID 30 Dic. (OTR/PRESS) -
Una oposición "dura y constructiva". Esa es la consigna que Mariano Rajoy trasladó el lunes de la semana pasada a los dirigentes del PP, en su reunión del Comité Ejecutivo. Una mezcla, que a juicio del líder popular, fija el punto de equilibrio de lo que debe hacer la oposición y el que le ha llevado al triunfo en las elecciones europeas y gallegas. Ni sólo un discurso duro, como se hizo en la primera legislatura del PP fuera del Gobierno con Rajoy de líder, ni sólo una oposición que presente alternativas. Una oposición "que se vea como una alternativa, la única que hay al Gobierno socialista y que plantea cosas muy distintas". Un punto de equilibrio con el que Rajoy también quiere romper el discurso que tejió el PSOE y que aún cala entre el electorado: el miedo al PP. Así se relata hoy en un reportaje publicado en La Vanguardia, que abunda en esos propósitos de Rajoy y la dirección del PP que preside.
Para que ese modelo de oposición se consolide, el presidente del PP quiere que el trabajo de sus organizaciones territoriales se centre en dos vertientes: presencia en la calle, de forma que consigan hacer llegar su discurso a todos los rincones de España, y la construcción de un programa electoral, el de las elecciones autonómicas y locales de 2011, que debe convencer a los ciudadanos de que un gobierno del PP sería la solución para sus problemas.
Con estas premisas, Mariano Rajoy encargó el pasado lunes la convocatoria de convenciones regionales en todas las comunidades de España, similares a la que se celebró en Barcelona en noviembre. El eco logrado con esa convención y el acercamiento a la sociedad civil invitando a participar a independientes, es lo que Rajoy persigue con estas reuniones, que él irá clausurando a lo largo del año. Los dirigentes del PP están convencidos de que las dos últimas elecciones las perdieron más por el miedo a "que viene el PP", en un mensaje que los socialistas, especialmente los socialistas catalanes lograron hacer calar, que por méritos del contrario. Es decir, se trata de eliminar el rechazo que los populares pueden provocar y que todavía se puede apreciar en las encuestas del CIS. En el barómetro de octubre, el estudio establecía una diferencia de casi nueve puntos entre los que aseguran que jamás votarían al PP, un 39,4 por ciento de los encuestados, y los que nunca darían su confianza al PSOE, que se queda en el 31. Esto todavía muestra un alto nivel de rechazo hacia los populares.
En las convenciones, coordinadas por Ana Mato, se volcarán todos los miembros de la dirección, porque Rajoy está convencido de que sólo si el PP gana las elecciones autonómicas y locales de 2011 con claridad, podrá ganar las generales. La prioridad del PP en estas elecciones es hacerse con el gobierno de Castilla-La Mancha, feudo histórico del PP, y al que aspira la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Ese eventual triunfo frente al candidato socialista José María Barreda, señalan, transmitiría la imagen de que se ha roto un tabú y de que la alternativa del PP puede ganar el gobierno de España al año siguiente. En ese caso, Rajoy podría convocar con toda tranquilidad el congreso del PP que le proclamaría sin ningún problema y sin ninguna contestación interna, como candidato a las elecciones generales de 2012.