MADRID 7 Dic. (OTR/PRESS) -
Llegó el 6 de diciembre a sus treinta años de existencia la Constitución Española. Un número redondo, que favorece las consideraciones generales sobre su buena salud o la conveniencia de una hipotética reforma. No es la primera vez, en efecto, que se plantea esa oportunidad de proceder a la reforma: Rodríguez Zapatero, apenas tomó posesión en su primer mandato, anunció su propósito de modificar la Constitución en cuatro puntos que consideraba imprescindibles: la equiparación de sexos en la sucesión en la Corona, la reforma del Senado, la mención de las 17 autonomías que integran el estado español, y la mención de que España forma parte de la Unión Europea.
Todas las cuatro muy lógicas y defendibles propuestas, pero que el jefe del gobierno, ya en su quinto año de Gobierno, no ha tenido oportunidad de vislumbrar como posibles... Este pasado viernes, y en vísperas del 30 aniversario, el Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS, hacía públicos los resultados de una encuesta según la cual, una mayoría de consultados está, o estaría, a favor de reformar la Constitución. Un 60 por 100 admite en una encuesta del CIS que conoce poco o muy poco la Ley Fundamental. Según los mismos datos, el 53 por 100 quiere que se reforme la Constitución. El deseo de cambiar el texto ha crecido un 8 por 100 en tres años. La Justicia recibe la peor nota. El Ejército, la policía y la Monarquía, son, por el contrario, las instituciones mejor valoradas. Los españoles castigan en su valoración a los tribunales, el Senado y el Congreso.
¿Se olvidaron ya las críticas que, sobre todo a la clase política, viene mereciendo la Constitución en lo que se refiere a organización del territorio, es decir, al nacimiento de las autonomías que se hicieron nacer formalmente en esa Constitución del 78? Tal parece... Tampoco aparece otra queja o defecto que se le ha achacado de manera permanente: la reforma del Senado que faculte y facilite la visualización y el funcionamiento eficaz de ese estado de las Autonomías que nació hace treinta años.
Precisamente, en un artículo titulado Treinta años y ni uno más, escribía también este viernes último el Secretario de Estado de Asuntos Constitucionales y parlamentarios, y catedrático de Derecho, Francisco Caamaño, que nuestro sistema seguirá cojeando mientras el Senado no se convierta en una Cámara de representación territorial. Allí deberá estar la España de las Comunidades y en el congreso, la de los ciudadanos, sostenía el profesor Caamaño, partidario de que una Constitución viva como la nuestra, esté siempre necesitada de ajustes, como consecuencia del transcurso del tiempo.
Eso sí, recordaba los aciertos que contiene esta elogiadísima Constitución con la que llegó a los españoles el más largo período de democracia y bienestar social de nuestra historia. Pero urgía a atender, sobre todo, y en primer lugar, a esa reforma necesaria del Senado, que ve imprescindible y urgente. Un senado, describe el profesor y secretario de Estado, que represente a la España de los Territorios, frente al Congreso que represente a la España de los Ciudadanos. Con lo cual, no todas las leyes deberían transitar necesaria y sucesivamente por las dos Cámaras como ahora ocurre, con la visible inutilidad que suele tener el "trayecto Senado".
Ese renovado Senado debiera adquirir peso específico propio como órgano de integración entre las Comunidades Autónomas y los órganos constitucionales del Estado, y sería el foro adecuado para debatir la financiación autonómica o los grandes planes de infraestructura que afectan a varias Comunidades... En otro trabajo aparecido estos días sobre reformas constitucionales pendientes, el semanario Tiempo mencionada hasta 15 que considera imprescindibles, y referidas cuestiones tan diversas como las nacionalidades, la lengua oficial, la libertad religiosa y de culto, la Corona, la eventual declaración de guerra, la composición del congreso, del Senado, la renovación del poder Judicial, del Tribunal Supremo, el nombre de todas las CCAA, las competencias exclusivas del Estado, el recurso previo, las cuotas de autogobierno, el sistema electoral, la mención a la Constitución europea...
Pero, salvo Caamaño y Zapatero, no parece que haya demasiadas voces que "de verdad", quieran hacer ese replanteamiento, renovación o revisión de unas normas que han cumplido treinta años. Predomina la idea de que "más vale no meneallo"...
José Cavero.