MADRID 2 Oct. (OTR/PRESS) -
Las crónicas sobre la celebración del Día del PNV o Alderdi Eguna estaban especialmente atentas a las relaciones personales entre los jefes del PNV, después del gran órdago de Ibarretxe de pretender una consulta popular en octubre del año que viene. Y esas crónicas creen haber podido observar signos de disidencias internas entre esos grandes jefes: Ibarretxe, Imaz, Urkullu, Egíbar... Es bien cierto que el protocolo divide a Ibarretxe y su gobierno de Imaz y su ejecutiva.
Pero no es nada improbable que en el PNV se esté digiriendo el anuncio del lehendakari, por mucho que se conocieran con gran antelación tales planes. Todos los ojos estuvieron puestos en Imaz, que no rebosa euforia ni satisfacción por el paso dado. Ibarretxe insistió en su derecho como presidente del gobierno vasco a consultar a los ciudadanos de su comunidad sobre lo que quiera y como desee. E insistió en que nada lo frenará. Casi al mismo tiempo, el jefe del Gobierno, Zapatero, con muchos menos decibelios en su voz que el lehendakari, insistía, a su vez, en que el Estado frenará ese intento inconstitucional del lehendakari, que no tiene cabida en la normativa vigente. Y que igual que se frenó el Plan Ibarretxe se frenará este nuevo plan.
Sin duda, el asunto, una vez que se hizo público el planteamiento del lehendakari, tendrá muy amplia repercusión en la vida política. Está a la vista que mientras unos partidos pretenden darle la mayor trascendencia, otros reducen su importancia a unos trámites que tienen sus vías perfectamente trazadas: Tribunal Constitucional, y "santas pascuas". Si así fuera, habrían quedado muy fuera de lugar los análisis que señalan que la propuesta de Ibarretxe es "el reto más importante al que ha tenido que hacer frente nuestra democracia desde el golpe de Estado del 23-F", nada menos. ¿Le resta importancia Zapatero o, por el contrario, tratan de agrandarlo sus adversarios políticos? No hay duda de que la iniciativa del jefe del Gobierno vasco, por muy anunciada que ya estuviera, rebasa sus propias funciones y competencias.
Pero tan sólo estamos en el comienzo de una larga batalla, que habrá de darse, al mismo tiempo, en las instituciones y en la calle, convenciendo a propios y a extraños. Ibarretxe de una parte y Zapatero de la otra, ya han iniciado ese larguísimo combate. No es la primera vez que se ven las caras. Ibarretxe ya sabe lo que es llegar a Madrid y verse derrotado y tener que regresar a Euskadi con su plan bajo el brazo, tras verlo desestimado en el Congreso de los Diputados. Parece evidente que el lehendakari tiene mucho más difícil el trayecto: empezando por sus propias filas peneuvistas, y siguiendo por los no nacionalistas y por los cauces legales, casi todo lo tiene en contra, aunque insista en que "no le temblará el pulso". Qué va a decir, en el momento de lanzar su gran órdago...
José Cavero.