MADRID 6 Dic. (OTR/PRESS) -
Más que hablar de "unidad rota en un par de minutos", la movilización de este miércoles en Madrid, contra el terrorismo etarra y su más reciente crimen, ha sido una buena demostración para llegar a la conclusión de que esa unidad de los partidos y de los ciudadanos no resultará fácil de conseguir en un plazo corto. Y por supuesto, del todo imposible en un tiempo ya de campaña electoral como el que pisamos. Esta legislatura se inició con otra manifestación, contra el crimen masivo del 11-M, que también terminó "como el rosario de la aurora", porque se reclamaba con insistencia y persuasión que se aclarara quién había sido el autor de la masacre: ETA o los islamistas fanáticos. Toda una controversia que "los conspiranoicos" han mantenido vida hasta hace apenas un mes, cuando se conoció la sentencia del juez Gómez Bermúdez, que dejaba bastante clara la autoría y las responsabilidades de cada cual en el crimen de los trenes de cercanías. Pues bien, de aquella extraordinaria manifestación, en asistencia, a esta debilitada y mínima manifestación, han transcurrido casi cuatro años de crispación, en los que ha habido un protagonismo formidable y altamente discutible, el de la AVT de Francisco José Alcaraz. Sin haber sido elegido por las urnas, y potenciado por la compañía permanente en su decena de manifestaciones callejera por el PP de Rajoy, Alcaraz se ha llegado a convertir en "el duelo de las calles y de las banderas nacionales", y hasta el himno, cuando así lo desea. De manera que su ausencia de una concentración, que echaba de menos Rajoy en la de este miércoles, deja vacías las calles y las plazas.
Ciertamente, durante este tiempo que va de urnas a urnas, bien podrá decirse que ha predominado la crispación y los crispadores, en la vida política española. Y ya se sabe bien quiénes son los "doctorandos" en esta materia: algunos políticos, algunos otros dirigentes "de masas" y determinados radiopredicadores. Todos cuantos determinan la validez y oportunidad de una movilización... Y a todo esto, es del todo seguro que la banda terrorista ETA y sus presuntos estrategas, en libertad o en la cárcel, se rían a carcajada sucia. No podían tener mejor acompañamiento a sus crímenes que la división de los demócratas y de la ciudadanía. Incluso se llega a oponer el hecho de que mientras Rajoy acudía a la movilización, Zapatero prefería viajar a Bayona para visitar al guardia civil herido por los etarras, en un decidido propósito de desprestigiar al jefe del gobierno, ausente en persona pero muy vivo y presente en los gritos a favor y en contra de los participantes en la escueta movilización. Sólo las urnas de marzo podrían empezar a recuperar un panorama desolado de crispación. Y para ello, deberán retirarse de la circulación algunos de los responsables de este tipo tenso y desapacible, en el que ni la lucha contra ETA y su derrota llegan a ser convocatoria suficiente para una ciudadanía que no quiere ir a pegarse a una manifestación con el palo de la bandera contra otro conciudadanos con la misma arma.
José Cavero.