MADRID 13 Nov. (OTR/PRESS) -
Vengo preguntando desde hace meses a un gran número de empresarios por la crisis y cómo les va en ella, cómo la navegan, la afrontan, la evitan... Hay para todos los gustos, claro está. Desde quienes han hallado ocasiones estupendas para prosperar, que son los menos, hasta quienes apenas conseguirán salvar su empresa, si esta situación dura mucho tiempo más... Pero, eso sí, todos los empresarios están especialmente atentos a lo que sucede y a lo que se dice, y al dato de si alguien ya ha tenido oportunidad de ver algún brote verde, o por el contrario, algún brote nace ya helado.
Atentos a las previsiones del Gobierno y a las de los organismos internacionales, a las declaraciones de los líderes políticos y de otros empresarios. Y a las soluciones que cada cual determina para su propia empresa y trabajadores. Por ejemplo, hay evidente interés ahora mismo por saber si, como parece probable, la recesión o el decrecimiento de la riqueza nacional, PIB, seguirá bajando también en este tercer trimestre del año, y si empezará a cambiar su signo en el siguiente. Y si sucederá otro tanto con el paro, con el agravante de que la creación de empleo empezará a aparecer en el escena algo más tarde de que aparezca un PIB trimestral positivo. Y cuándo empezaremos a reducir el déficit, esos diez puntos en los que nos ha colocado una menor recaudación y mayor gasto del Estado.
Naturalmente, preocupa, y mucho, que centrales y patronal empiecen, finalmente, a ponerse de acuerdo en algo: la negociación de los convenios, la moderación salarial en los dos años que vienen... Y si a Trichet se le ocurrirá elevar tipos antes de tiempos, o si la revalorización del euro frente al dólar seguirá comiéndose las migajas que deje la crisis...
Cuando se estrenaron los calendarios vigentes, de 2009, un graciosillo pretendió que este año quedara sin estrenar y directamente pasáramos a 2010, que sería más feliz y bonancible, con bastante probabilidad. Todavía no hay seguridad de que eso vaya a suceder de ese modo, aunque ya lo estén empezando a hacer los norteamericanos, los brasileños, los mejicanos, parece que los alemanes y los franceses... Lo nuestro llega un poco después, por razón de la crisis inmobiliaria, que nos ha inmovilizado de manera importante en el túnel de salida de la crisis. Ya lo dijeron los promotores en el comienzo de la crisis: con stocks no hay recuperación. Y así está sucediendo: con acumulación de viviendas sin vender no hay quien arranque un período nuevo, ni vuelva a colocar grúas nuevas.
Sobre todo, el ciudadanos contribuyente está asombrado de poder adquirir por mejores precios lo que le ofrecieron por bastante más hace un par de años. ¿Cómo es posible esta especie de milagro laico de que las cosas cuesten hoy bastante menos que anteayer? Incluso algunos empresarios no tienen inconveniente en admitir que cobraban demasiado, que sus servicios los habían situado en valores excesivos. Y todo se hinchaba e hinchaba de semana en semana.
¿Se va ajustando la situación? En unos sectores o servicios más que en otros. Ya hay quien se atreve a lanzar un negocio nuevo y a fichar a nuevos trabajadores y cabe esperar que no vuelva a caer en la tentación de quererse hacer rico en unos pocos meses a cuenta del consumidor contribuyente, que ha descubierto las tiendas de precios más bajos. Después de todo, y como explicaba un empresario de los consultados, no es que empecemos a estar mejor que el año pasado. Pero empezamos a estar acostumbrados a estar mucho peor que hace un par de años. Y comprobamos que la situación no es tan mala como pudiera ser...