MADRID 22 Mar. (0TR/PRESS) -
Andan en el PP con el corazón dividido: por una parte apoyan la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas encaminada a una intervención limitada en Libia, por otra aún les duele la guerra de Iraq.
De manera que al mismo tiempo que apoyan al Gobierno Zapatero,(Rajoy se ha comprometido a ratificar en el Parlamento el visto bueno a la participación española) recuerdan que si lo de Libia es una guerra para acabar con Gadaffi lo de Iraq fue una guerra para acabar con Sadan Hussein.
Claro que hacer ese paralelismo es imposible. Para empezar la guerra de Iraq se hizo porque supuestamente Sadan Hussein tenía "armas de destrucción masivas". Tanto daba que los inspectores de Naciones Unidas dijeran que no encontraban las armas por ninguna parte, la Administración Buch aseguró que existían y de ahí que declararan una guerra que no fue avalada, insisto, que no fue avalada por el Consejo de Seguridad.
La intervención de Libia trata de detener la matanza de civiles a manos de Gadaffi. Se trata de eso y nada más. Porque lo increíble es que incluso se ha llegado a decir por militares estadounidenses que no se trata de que Gadaffi deje el poder. Esto último resulta sorprendente porque es evidente que si Gadaffi continúa en el poder hará una escabechina con los que se le han sublevado. Pero ya digo que en principio se trata de impedir una matanza, y que además la acción militar cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
A Iraq la invadieron las fuerzas de la coalición organizada por Estados Unidos dejando detrás un caos, y a Libia nadie la va a invadir. De manera que hay diferencias sustanciosas entre lo que sucedió en Iraq y lo que se ha aprobado hacer en Libia. Incluso el papel de Estados Unidos es diferente. El presidente Obama ha preferido dejar a Nicolas Sarkozy que sea quién dé la cara. Estados Unidos apoya, pone más medios militares que nadie, pero el bastón de mando lo tiene Francia al menos nominalmente. Otra diferencia.
Ahora queda por ver el resultado final. Gadaffi parece dispuesto a aguantar y ya ha amenazado con convertir el Mediterráneo en un mar donde puede pasar cualquier cosa, y tratándose de Gadaffi hay que ponerse en lo peor habida cuenta que en su historial se encuentra haber estado detrás del terrorismo internacional. O sea que las amenazas de Gadaffi no pueden caer en saco roto.
Así las cosas la partida está jugándose y es de desear que acabe pronto con la salida del coronel Gadaffi y el comienzo de una nueva etapa en Libia que traiga consigo un proceso de democracia y libertad. Por lo pronto las espadas están en alto.