MADRID 31 Mar. (OTR/PRESS) -
Visto desde la tribuna de prensa del Congreso el presidente del Gobierno ha envejecido. No es para menos, y no por el paso del tiempo, sino porque la brutalidad de la crisis se ha cobrado un precio en el irrefrenable optimista que era Zapatero.
El presidente se subía a la tribuna para explicar a sus señorías los resultados del Consejo Europeo celebrado hace unos días y recibía un sinfín de criticas amargas desde los escaños de la izquierda de la Cámara. Lo que le dijeron fue meridianamente claro: el Gobierno socialista está haciendo una política de derechas, sin paliativos.
El caso es que el presidente ha dejado dicho en la tribuna del Congreso que la economía española se va recuperando aunque de manera insuficiente para crear empelo, y que por eso hay que seguir haciendo reformas que acaben con los desequilibrios estructurales heredados, entre otros, de la llamada burbuja inmobiliaria.
Zapatero también anunció formalmente la reforma para poner en marcha una "regla de gasto" en relación al crecimiento del PIB, y también anunció que dentro de unos días, en abril a más tardar, presentará un plan para que aflore el empelo sumergido.
Si la izquierda le dijo "no", los bancos de la derecha de la Cámara le dijeron "si, pero...". Para Mariano Rajoy todo cuanto hace Zapatero es insuficiente, llega tarde y lo hace mal, aunque no se niega a que ponga en marcha medidas, que desde la izquierda de la Cámara, se califican de "derechas". CiU, PNV y Coalición Canaria se mueven en el mismo terreno del "si, pero..." o sea que le dan una de cal y otra de arena.
Por cierto que Rosa Diez le afeó a Zapatero el que antes de acudir al Congreso a informar sobre el Consejo de Europa, informara a empresarios y banqueros.
El caso es que para Zapatero el trámite en el Parlamento no fue un paseo triunfal. Hace tiempo que perdió el estado de gracia y si me apuran hasta el discurso. Porque tiene razón la "izquierda" de la Cámara, lo que dice hoy Zapatero nada tiene que ver con lo que decía, y sobre todo parecía creer, en el pasado. Por eso hay algo patético en la figura que compone el presidente cuando dice que la nueva política no significa un paso atrás en derechos sociales ni una contradicción con esa política social que tanto defendía.
Escuchando a Zapatero uno llega a la conclusión de que vivimos bajo la dictadura de los mercados, de que ya no es posible el margen para hacer políticas diferentes, o sea políticas socialdemócratas, progresistas, que fuera de lo que dictan los mercados no hay salvación.
Me pregunto qué pensará de verdad el presidente. Le supongo convencido de lo que hace porque de lo contrario se sentiría incapaz de llevarlo a cabo. No creo que sólo el gusto por el poder le pudieran llevar a dar la vuelta a su ideología como si se tratara de un calcetín.
Desde la tribuna de prensa observo a un hombre decidido a llevar a cabo una misión que pasa por hacer lo que no le gusta pero de lo que está convencido que debe de hacer, sin siquiera una ligera duda. Saben, yo le veo superado por los acontecimientos o, mejor dicho, por la crisis. Y eso es lo que le lleva a pedalear más fuerte, con más fuerza, con el deseo irrefrenable de salir cuanto antes de la pesadilla que supone la crisis que tanto le abruma y por la que se siente desbordado por más que ahora cree que hay una luz en el horizonte. Es como un actor que se hubiera quedado sin su guión y se viera obligado a improvisar recitando textos que no son suyos.