MADRID 4 Jun. (OTR/PRESS) -
Ahora que eso de las "opas" está de moda y además hay una nueva ley sobre el tema en curso es interesante realizar algunas consideraciones. Una Oferta Pública de Adquisición es un mecanismo a través del cual alguien está dispuesto a comprar una empresa ofreciendo un precio atractivo para los accionistas. El "opador" actúa de ese modo porque piensa que la compañía puede valer más de lo que cotiza la bolsa y el vendedor porque su decisión le permite ganar dinero. El resultado es una transacción en la cual todos ganan y además, los accionistas, pueden deshacerse de los directivos que no maximizan el valor de la empresa. Esta es la realidad que subyace a esas aparentes complicadísimas operaciones de adquisición de las compañías cotizadas en la bolsa.
Dicho eso, la legislación española es mala e injusta. Lo era la vieja y lo es la nueva. Si un inversor decide realizar una oferta para adquirir una compañía a un precio determinado está obligado a mantenerla pero si, después, un rival ofrece hace una puja superior quien primero "disparó" no puede mejorar su oferta inicial. Este sistema, no corregido por la reciente ley, penaliza a quienes se arriesgan y favorece a quienes no toman riesgos. Disparan a "pichón parado" como dicen los cazadores. Esa es una de las razones por las cuales hay tan pocas opas hostiles en España, lo que resta eficiencia a nuestra economía.
En el fondo la legislación sobre Opas española constituye una barrera protectora para los malos gestores. Cuando más restrictiva es la regulación sobre el tema, más complicado es que la gente se arriesgue a lanzar una opa contra la voluntad de los gestores de las empresas. Esto perjudica a los accionistas que no ganan el dinero que podrían ganar pero también para la economía porque los recursos no se gestionan de la manera más eficiente posible. En un mercado de capitales abierto, con una legislación de "opas" liberal, los ejecutivos que gestionan mal se arriesgan a ser desplazados, aquí no pasa eso. Es una pena.
Lorenzo Bernaldo de Quirós.