Actualizado 05/06/2009 14:00

Luis del Val.- Admiración indescriptible.

MADRID 5 Jun. (OTR/PRESS) -

En el decenio de los sesenta y setenta del siglo pasado florecieron las groupies. Eran chicas muy jóvenes -algunas acababan de cumplir los dieciséis años- que seguían a las bandas de rock. Eran admiradoras profundas hasta el punto de abandonar sus casas y su trabajo, con tal de estar junto a las estrellas que admiraban.

Su adoración iba mucho más allá de la admiración normal de una fan y cuidaban los instrumentos, compraban la droga para su ídolo e intentaban que entre el ser idolatrado y ellas hubiera algo más que una buena amistad. Lo solían conseguir. Su devoción sólo podía ser comparable a la que despiertan los dictadores en los turiferarios que les rodean. Los aduladores nunca encuentran el halago suficiente y fuerzan siempre ir más allá hasta llegar a la hipérbole sonrojante.

"Centinela de Occidente" llamaban a Franco. Y caudillo, claro, y muchas otras cosas como "iluminador del destino de España", "adalid tan lleno de firmeza como de amor a su pueblo", "hombre providencial para el bien de España". Ahí están las hemerotecas para leer los discursos de alcaldes en las visitas oficiales, que parecen un Campeonato Nacional de la Lisonja.

Fuera de aquellos grupos de rock, de las sectas -que suelen ser también bastante babosas en los adjetivos al jefe- y de las dictaduras, en lo que conocemos como democracias normales hay un cierto canon de austeridad no reglada, que impide caer en los despropósitos. Me imagino que considerar la coincidencia de Obama en la presidencia de Estados Unidos y Zapatero en el Gobierno de España como un acontecimiento histórico que se va a producir en nuestro planeta debe ser producto de la ola de calor que hemos sufrido esta semana, ya que ni por edad, ni por currículo, ni por lo que sabemos de ella, Leire Pajín tiene nada ni de groupie, ni de zalamera, ni de miembro de secta. Olvidemos el episodio y pensemos que ha sido el calor.

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