MADRID 24 Abr. (OTR/PRESS) -
Antonio Aguirre, junto con media docena de miembros del Foro de Ermua, tuvo la osadía de acudir a la concentración en apoyo de Ibarretxe, pero en contra de ella, es decir, como disidente. Un disidente del disidente le propinó a Antonio Aguirre una dolorosa patada en los testículos que lo derribó al suelo entre expresiones y gestos de dolor, como pudimos ver cientos de miles de españoles en las grabaciones emitidas por las emisoras de televisión. A la vista de estos acontecimientos, parece que el juzgado número 3 de Bilbao imputa a Antonio Aguirre de un posible delito de desórdenes públicos. Es decir, que el juez -no me digan que la cosa no tiene cojones- va a meter en cintura a este peligroso ciudadano que acude a provocar a los pacíficos concentrados del PNV, que no es de extrañar que uno de los pacíficos concentrados decidiera acudir a la dialéctica contundente de la patada en los cojones, que tiene la virtud de dejar al contrincante sin respuesta y sin aliento.
Desconozco quién es el titular del juzgado número 3 de Bilbao, es decir, si tiene o no tiene cojones, o sea, si se trata de un varón con su correspondiente aparato testicular o de una hembra, pero de cualquier manera parece persona aguerrida y valiente, dispuesta a terminar con estas provocaciones que desestabilizan las honestas manifestaciones en apoyo de Ibarretxe.
Por cierto, los ertzainas presentes en el acto, echándole los correspondientes cojones al asunto, detuvieron al pacífico autor de la patada, y lo dejaron en libertad, porque detener a los ciudadanos pacíficos es una auténtica melonada. Obsérvese que no detuvieron al peligroso provocador, a pesar de tenerlo en el suelo, preso del dolor, lo que demuestra que la policía vasca es ejemplar. Y no digamos el titular del juzgado numero 3 de Bilbao, que está dispuesto a que la gente pueda apoyar a Ibarretxe sin que nadie venga a tocarles los cojones.
Luis Del Val.
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