Actualizado 09/03/2007 01:00

Luis del Val.- El cuidado de las formas

MADRID 9 Mar. (OTR/PRESS) -

Algo de verdad contiene el refrán que afirma que "el hábito no hace al monje", pero si el monje, amén de no llevar hábito, se pone a mear en la vía pública, se hurga los dientes delante de los demás, y no se contiene en tocarles el culo a las señoras, la confianza que tendremos en sus virtudes monacales quedará bastante disminuida.

Mi esperanza en la rectitud de los políticos es semejante a la que mantengo respecto a que los mejillones lleguen a sentir aprecio por la música barroca, pero siempre hay unas cuantas excepciones, unos cuantos detalles individuales, que llevan algo de grandeza a la racanería habitual del colectivo, y logran que salve la cara. No obstante, el empecinamiento en no guardar las formas, en pensar que el civismo y la corrección son obligaciones de los ciudadanos corrientes, pero que no se deben exigir a quienes les representan, resulta tan deprimente que me inclino a pensar que es más fácil que un mejillón se emocione con Torelli a que un político se contenga.

El espectáculo dado por los senadores del PP esta semana me ha deprimido. Tengo años suficientes para haber asistido a asambleas universitarias, consejos de administración, reuniones de comunidad de propietarios, y actos de conciliación donde se iba a cara de perro y la gente se jugaba el cocido. Nunca he contemplado un desprecio por las formas como la de esta semana. Eso, en vez de un senado parecía una reunión de bachilleres adolescentes con tendencia al gamberrismo. El Parlamento convertido en Gritamento o en Broncamento. ¡Qué decepción! Tanta, que lograron que el asunto de fondo quedara en un segundo plano. Decía don Jacinto Benavente, que, por cierto, no era de izquierdas, que "la verdadera educación se demuestra cuando se pierde la educación". Espero que la recuperen. Y que Mariano Rajoy calcule cuántos votos se pierden por no cuidar las formas.

www.luisdelval.com

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