Actualizado 06/11/2007 01:00

Luis Del Val.- Rubalcaba para Exteriores

MADRID 6 Nov. (OTR/PRESS) -

Se han dicho tantas sandeces sobre la vuelta de las azafatas que, en algún momento, he llegado a pensar que los únicos que se han alegrado del regreso habían sido las azafatas y sus familiares. En todo este galimatías de declaraciones, la frase más sensata la ha dicho Rubalcaba, que ha venido a expresar en voz alta que lo mejor que podíamos hacer en este caso era no levantar demasiado la cabeza. Y tiene razón. Dadas nuestras fluidas relaciones con Chad, que vienen a ser como las que mantienen un flautista y un calderero, mejor no levantar suspicacias, porque estos países de escasa renta per cápita suelen tener unos dirigentes con una soberbia tan lujosa como sus coches oficiales.

A medida que pasa la legislatura, las peores sospechas que mantenía sobre Moratinos se confirman, de la misma manera que se corrobora la listeza del ministro de Interior, tan buen ministro de Interior que no se le escapa nada de lo que ocurre en el exterior.

Los que hemos vivido en una provincia estamos en condiciones de sospechar la manera que tendrían de reaccionar en el Chad, si va por allí un ministro de Estado, de esos que enarcan una ceja, si el inglés de su interlocutor no es demasiado fino. "¿Qué se creerán estos de Madrid?" pensábamos en provincias. "¿Qué se creerán estos occidentales altaneros?" piensan en esos países, hartos de la petulancia occidental.

Rubalcaba ha dado en la diana y Moratinos ha estado muy bien, por una vez, quedándose quieto, que hasta el reloj averiado da la hora exacta dos veces al día.

Una entrevista de Hilaria Clinton -que va a ser la próxima presidenta de Estados Unidos- y un Pérez Rubalcaba, como ministros de Exteriores, sería una de esas escenas que darían para un anecdotario completo, a la vez que normalizarían nuestras relaciones con el Imperio. Pero es algo tan de sentido común que lo más posible es que no suceda.

Luis Del Val.

www.luisdelval.com

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