Pedro Calvo.- Desautorice a Taguas

MADRID 3 May. (OTR/PRESS) -

Seguramente es la casualidad la que ha querido la coincidencia en el tiempo de las noticias sobre Eduardo Zaplana y David Taguas. No digo que ambos casos sean lo mismo, pues es mucho más clara y escandalosa la decisión del popular, que formaba parte del Gobierno que privatizó Telefónica, y mucho más alto el sueldo que va a percibir. Pero ambos merecen la más severa de las críticas porque los dos violentan la filosofía que debería ser obligatoria e ineludible para todo aquel que se dedica o se ha dedicado al ejercicio de la política.

Particularmente, debo confesar que me ha escandalizado más lo del antiguo jefe de la oficina Económica de la Moncloa, al producirse en el seno de un partido que siempre hizo bandera de la decencia política y de la ética del comportamiento, a pesar de los casos de corrupción de hace veinte años. Saltar ahora de la dirección de esa Oficina a la presidencia de SEOPAN, la casa de las grandes constructoras, me parece demasiado fuerte, así como el momentáneo silencio del presidente Zapatero, del que sólo se sabe que se ha visto desagradablemente sorprendido por la increíble noticia.

Tanto Rajoy como Zapatero, pero sobre todo éste último, están ya tardando demasiado en desaprobar o descalificar el comportamiento de sus respectivos correligionarios. Pero me importa especialmente lo que haga Zapatero, por obvias razones de filosofía política. El presidente tiene la estricta obligación de desautorizar y lamentar públicamente la conducta de Taguas y de impulsar enérgicamente una prohibición de tal conducta por parte del Ministerio de Administraciones Públicas, competente en materia de interpretación de la Ley de Incompatibilidades.

Es más, creo que una seria llamada de Zapatero de Taguas debería ser suficiente para que éste diera marcha atrás y restableciera el equilibrio de la ética política y de la otra. Y también es obligación estricta de Zapatero estudiar rigurosamente la personalidad de aquellos a quienes piensa nombrar para el cargo de designación de que se trate en cada momento. Es lo menos que se le puede exigir.

Pedro Calvo