MADRID 19 Oct. (OTR/PRESS) -
Dar tantas vueltas como se están dando a la conferencia de San Sebastián y sus resultados tiene poco sentido, lo mismo que glorificarla sin más o descalificarla del todo. Lo que ha ocurrido es muy sencillo: se ha exigido a ETA el abandono definitivo de las armas y lo han hecho sus viejos socios políticos, la mayoría de los partidos y un escogido elenco de trabajadores extranjeros de la paz, empezando por el ex secretario general de la ONU. Es verdad que ETA está en las últimas y que ello se debe a la determinación del Gobierno español, al infinito esfuerzo de los cuerpos y fuerzas de seguridad, a la cooperación internacional y al apoyo generalizado de la ciudadanía en favor del desenlace final del terrorismo. Pero es verdad también que era y es necesario un tratamiento inteligente de ese final para evitar que pueda venir acompañado de unos coletazos siniestros y sangrientos y eso exige grandes dosis de serenidad y tragarse algún sapo, como nos enseña la experiencia internacional en situaciones cercana o lejanamente similares.
El empecinamiento de la derecha extrema y no tan extrema en poner obstáculos a cualquier intento de hacerlo por vías pacíficas y racionales es un esfuerzo inútil o contraproducente, si lo que de verdad se desea es el final de la violencia terrorista y el establecimiento definitivo de la paz y la libertad. No vaya a ser que lo que desean algunos sea la perpetuación del conflicto para impedir, por ejemplo, que una parte de la ciudadanía vasca pueda defender sus posiciones por vías estrictamente pacíficas y constitucionales. Todos deben desterrar el síndrome de que la desaparición total del terrorismo supone entrar en un vacío existencial. Por no hablar de quienes aspiran a protagonizar políticamente un final que nunca han propiciado. Las conclusiones dadas a conocer nada más terminar la reunión de Aiete pulverizan todas las manipulaciones y demuestran que era cierto que la intención de la conferencia era sencillamente acelerar la paz definitiva. Sin entrar en las motivaciones de cada cual, porque ese es otro cantar.