MADRID 28 Feb. (OTR/PRESS) -
Nadie tiene que dar lecciones a nadie sobre las dificultades de credibilidad de Arnaldo Otegi y la izquierda abertzale en lo que se refiere a sus declaraciones de las últimas semanas, singularmente la entrevista de ese dirigente en "La Vanguardia". Todos sabemos que de poco valen tales declaraciones si nunca vinieran seguidas de una rotunda y frontal decisión de rechazar para siempre el terrorismo y desvincularse de ETA, si es que esta organización persiste en el mismo. Lo que ocurre es que nadie puede saltarse la realidad: que Otegi y su gente han cambiado el lenguaje y ahora hablan con cierta insistencia de entrar en el juego constitucional e institucional, incluso en el Estado de las Autonomías, con aquella propuesta de una comunidad vasco-navarra, en el caso de que los navarros libre y democráticamente lo decidieran, por las vías marcadas en la Constitución y el Estatuto de Gernika. ¿Que todo ello es difícil de asimilar e incluso duro de creer? Claro. Pero eso no autoriza a negar la realidad.
Tampoco autoriza eso a rechazar de plano incluso la posibilidad de hablar sosegadamente de todo ello, sobre la inamovible base del respeto a la legalidad y del rechazo inequívoco de la violencia para conseguir fines políticos. La cerrazón radical de algunos ante ese nuevo lenguaje y esas nuevas proposiciones significa pura y simplemente que no desean, no admiten, no conciben, una posible normalización democrática que ayudaría a salir del atolladero en que estamos desde hace más de tres décadas en este país. Dentro de tres meses hay elecciones municipales y forales (estas últimas en Navarra, junto a otras doce autonomías) y la izquierda abertzale intenta, como es natural, poder concurrir a ellas. A eso se debe, aunque no sea sólo a eso, ese cambio de lenguaje y quién sabe si de estrategia. El Gobierno ya no puede dejarlo más claro: que lo que tienen que hacer sin más remedio es dar el paso definitivo que se les exige y que se les ha repetido por activa y por pasiva. Si dieran ese paso definitivo, el camino de la paz se allanaría bastante más que ahora.
Pedro Calvo Hernando.