MADRID 22 Ago. (OTR/PRESS) -
Lo peor que le puede ocurrir a un líder político es que los suyos le tomen por el pito del sereno. Ante unas declaraciones de tan alto fuste como las de Gallardón, tenían que haber dejado que fuese Rajoy quien le respondiera en nombre de la dirección, si se trata de seguir la filosofía autoritaria que en todos los demás terrenos caracteriza al partido. Pero lo que pasó es que inmediatamente se lanzaron en tromba los barones principales, que casualmente forman el frente ultraconservador del partido fundado por Manuel Fraga. Al alcalde de Madrid lo fulminaron Acebes, Zaplana, Aguirre, San Gil, por el terrible pecado de haber repetido lo que todo el mundo sabe: que quiere ser presidente del Gobierno de España y que para ello tiene que situarse en el punto de salida con todas las ventajas. La primera, ser diputado por Madrid y en el número dos del actual líder. Así, cuando llegó Rajoy a la polémica, llegó tarde y cansino, como siempre, sentando una doctrina de equidistancia que no satisface a nadie.
Del conjunto de desgracias el PSOE se ha apresurado a sacar partido y el más certero ha sido Pepe Blanco, que es quien ha sentado la tesis de que todos barajan otros nombres y de que nadie da un duro por el liderazgo y la victoria de Rajoy en las generales de marzo. Claro, se lo ponen en bandeja y no va a ser tan tonto de desaprovechar la oportunidad. Mucha crisis del PSOE con lo de Navarra o mucho jaleo con las infraestructuras catalanas, pero aquí el liderazgo tambaleante no es el de Zapatero sino el de Mariano Rajoy. Lo diga Pepe Blanco o San Pedro Bendito, es verdad que el pagano del gran rifirrafe es de nuevo el presidente del partido de la derecha española. Da la impresión de que llegó a la presidencia sin ganas, de la mano de Aznar, y que así ha continuado todos estos años. Y para ese duro oficio, hacen falta muchas ganas y mucha dedicación, como Zapatero o como Gallardón. Aunque éste tiene que luchar contra la vieja guardia, que no lo puede ver ni en pintura, y azuzar con eso de que el PP no ganará las elecciones si no es centrado, moderado y pragmático.
Pedro Calvo Hernando