MADRID 9 Oct. (OTR/PRESS) -
Dice Batasuna que el arresto de buena parte de sus dirigentes tiene "motivaciones políticas". Claro. La Justicia se rige siempre por la política, y de ésta depende que aquella descargue todo su rigor contra el desgraciado que roba una gallina o contra el alcalde corrupto que roba a su pueblo la tierra que pisa para vendérsela a un constructor. Denuncia Batasuna, en fin, el trasfondo político de la persecución legal que sufre, pero, siendo innegable que ese trasfondo actúa y determina, más debiera preocuparse la coalición por no perder ella misma el sentido político, en el caso de que no lo haya perdido ya, hace mucho tiempo.
Su seguidismo y subordinación respecto a ETA, que sustituye la política por la violencia y la intimidación, estrangula su capacidad de acción política y la reduce, por ello, a la condición de irrelevante en un eventual, futuro y siempre deseado proceso de deposición de las armas y de definitivo encarrilamiento de la convivencia en paz. Ahora bien; si Batasuna y sus heterónimos se equivocan al renunciar a la política, también lo hace el Gobierno al no estimularla en la buena dirección. Lo sucedido éste verano en Navarra, cuando el PSOE de Ferraz prefirió entregar el gobierno autónomo a la derecha antes que pactar por Nafarroa Bai, en cuyo seno Aralar es admirable paradigma de la apuesta por la política en perjuicio de la fuerza bruta, no contribuye a ordenar el caos ni a preparar tiempos más felices. Abjure Batasuna, pues, de la violencia, y permita el gobierno que lo haga, siquiera no dinamitando las pasarelas.
Rafael Torres.