MADRID 13 Mar. (OTR/PRESS) -
El Partido Popular ofrece a los españoles, les impone más bien, clases magistrales de lucha contra el terrorismo. No importa que su presidente de honor, José María Aznar, provocara con su guerra a Irak el peor de los atentados que ha sufrido el país, ni que su secretario general, Ángel Acebes, ministro de Interior el 11 de marzo de 2004, no acertara a impedir, cual era su obligación, la terrible matanza. No importa. El Partido Popular, todavía dirigido por quienes gobernando España la llevaron al borde del abismo, pretende imponer a la mayoría de los españoles, mediante la ocupación de la vía pública, la propaganda machacona y delirante de los medios de comunicación afines, y la apropiación sectaria de los símbolos comunes, su versión de la realidad, una versión disparatada que se fundamenta en el más deplorable y pueril de los maniqueismos (buenos y malos) y que se perfuma con el rancio aroma del neofranquismo.
Temerosos de perder las próximas elecciones generales, de perderlas por su deplorable y aciaga acción política durante la presente legislatura, los actuales responsables del PP pretenden, acaso por incapaces psicológicamente de pretender otra cosa, quemar las naves, pero no se conforman con quemar las suyas, sino que acercan la tea a cuanto se les pone delante. La sensatez de los españoles, es decir, la determinación de la mayoría a vivir en paz y a ir mejorando su vida personal y de convivencia, no permitirá que el estúpido incendio cunda, y la propia derecha emprenderá el retorno a los principios democráticos y al juego limpio que le permita algún día ofrecer a la comunidad un proyecto político atractivo y razonable, sin furia, sin insultos, sin resentimiento, sin guerras y sin cainismo. De aquí a que eso ocurra, los españoles habrán de armarse de paciencia, y el gobierno elegido libremente por ellos de templanza y fortaleza. Para dar lecciones, el Partido Popular habrá de buscarse mejores maestros.
Rafael Torres.