MADRID 30 May. (OTR/PRESS) -
Parece razonable que los aviones oficiales se usen sólo para los viajes oficiales, como también que los coches oficiales no se utilicen, por ejemplo, para ir a misa los domingos, cual se ha denunciado que hace Juan Cotino, el consejero de Bienestar Social del gobierno valenciano, quien tal vez confunde el bienestar social con el personal, y aun con el espiritual, en éste caso. O dicho de otro modo: no es que esté feo que Zapatero y Cotino utilicen los vehículos del Estado, cuyo funcionamiento pagamos todos, para sus asuntos particulares, ir a mítines y a misa respectivamente, sino que ello debería de estarles rigurosamente prohibido, siendo lo raro que no lo esté y que la cosa sirva únicamente para que se llamen de todo los unos a los otros en la actual campaña.
Se sabe que entre nuestros políticos la voluntad de servir humildemente es mínima, y su sentido patrimonialista del poder máximo, y, desde luego, también se sabe que la hija de Aznar fue a su boda escurialense y horterísima (con "el bigotes" incluido) en coche oficial, o que se cortaron calles en la Córdoba del PP para que Cascos se casara a gusto, por no hablar de las muchas que se cerraron al tráfico, siendo públicas, en los fastos nupciales de Felipe y Letizia. Porque se sabe eso, y porque no conviene olvidar lo que se sabe, lo poco que sabemos, habrá que deplorar particularmente ésta ocurrencia de Zapatero de usar para fines particulares y sectarios, cual son los mítines de su partido para unas elecciones a las que el presidente ni se presenta, un avión oficial del ministerio de Defensa. Y se ha de deplorar "particularmente" por varias razones: por su cargo, por el argumento absurdo e innecesario que proporciona a su amigo Rajoy, y porque dijo un día que el poder no le iba a cambiar, que no iba a fallar a la gente, y ahí está, que no hay quien le apee del avión en el que viaja, para sus cosas, de balde.