MADRID 13 Oct. (OTR/PRESS) -
Mal momento ha elegido Mariano Rajoy para postularse, según se desprende de la puesta en escena de su video-clip, como Rey. La Monarquía no pasa, ciertamente, por su mejor momento, pero si la oficial, la de Juan Carlos, aún puede ir tirando gracias al depósito, esto es, merced a su divorcio formal tras la muerte de Franco de los jurados Principios Fundamentales del Movimiento, ésta apócrifa de Rajoy, que parece nacida del cadáver de aquellos ominosos Principios precisamente, no tiene trazas de prosperar ni aún en las más delirantes ensoñaciones de su dueño.
Se ve que don Mariano, ofuscado por el mote de 'Maricomplejines' que le endosó un locutor incendiario por no ser lo suficientemente franquista, se ha liado la bandera a la cabeza y, dirigiéndose a los españoles de su España, se ha presentado así, tan mesiánico, tan patético, como el figurado Rey de su reino, que no es, como el de Jesús, de éste mundo, afortunadamente.
Ahora bien; soslayando el peligro que ésta función urdida por la todavía cúpula del PP tiene de suyo ¿merece España un amador tan posesivo, máxime cuando sabemos las funestas consecuencias que para el objeto amado se han derivado históricamente de los recurrentes intentos de posesión? Pudiera ser,también, que Rajoy no es que quiera poseerla, sino que no quiere soltarla, como cancerbero de los suyos, por nada del mundo.
Rafael Torres