MADRID 5 Feb. (OTR/PRESS) -
Dar dinero a los bancos es como dar chocolatinas a los niños. Les gustan tanto (el dinero y las chocolatinas, respectivamente) que no puede esperarse otra cosa, en puridad, que un uso desaforado, acaparador y egoista si no media en su entrega un mucho de cautela y de control. Así pues, las palabras del ministro Sebastián, "estamos perdiendo la paciencia con los bancos" porque no facilitan a la gente el dinero que el Gobierno les da para que lo faciliten, son absurdas: ¿Puede impacientar que un niño no entregue a otros la chocolatina maravillosa que le hemos dado a él? Otra cosa, ciertamente, es que nunca se debería haber dado la chocolatina a ese niño.
Si quien necesita el dinero son los ciudadanos, ¿para qué demonios se le da el dinero, en vez de a ellos, a los bancos, que, como todo el mundo sabe, están invariablemente forrados? Parece disparatado, y lo es, pero no en la lógica capitalista, que es de la que este gobierno, en teoría socialista, bebe hasta hartarse: la economía nacional no la define ni la rige el poder político, el emanado de las urnas, el gobierno, sino los bancos. Ellos son la economía, de ellos es todo, las eléctricas, las azucareras, las personas, sus empleos, sus hogares, todo. De modo que, si hay crisis, esto es, poca alegría dineraria, hay que entregar dinero, retraido del Erario, de las arcas comunales, a los bancos, precisamente para que la alegría, su alegría, no decaiga. Hay que tenerles contentos, a salvo de la crisis y garantizados sus brutales beneficios. De haber pretendido el gobierno otra cosa, de haber querido de veras ayudar a las personas y a las empresas pequeñas mediante líneas de crédito, podría haberlo hecho directamente valiéndose de su propio aparato administrativo, bancario y financiero. Si se querían repartir chocolatinas a los niños, ¿por qué se las han dado todas a uno sólo, al ansioso y abusón que, desde que el mundo es mundo, se las apalanca todas?
De nada vale que el Gobierno pierda la paciencia cuando ha contribuido tanto a que los ciudadanos pierdan casi todo lo demás.
Rafael Torres.