MADRID 7 Ago. (OTR/PRESS) -
"Pan y Luces, que traen el pan y preparan los tiempos", escribió en sus "Memorias" Manuel Godoy, desde su exilio interminable, como síntesis de la política que había promovido durante sus años en el poder. Como se sabe, aquel intento de establecer en España una Ilustración original, progresista, laica, reforzada, de mayor alcance y profundidad que la iniciada con Carlos III, no sólo encontró la feroz enemiga de la Iglesia y de la aristocracia terrateniente, que veían amenazados sus ancestrales privilegios, sino también la de los partidarios políticos de entonces (grupos funcionariales y cortesanos), pues el Príncipe de la Paz no pertenecía a ninguno y de todos recibió zancadillas. De ahí que su legado no fuera directamente recogido por nadie, ni por los liberales ni por los "serviles" tras la francesada, si bien su apuesta radical por las Luces, esto es, por la Instrucción Pública, la Cultura, la Ciencia, la Investigación, el Arte y el conocimiento, fue tomada como referencia esencial por los partidos republicanos de la II República, si bien excluyendo el nombre y la obra de Godoy de sus antecedentes políticos e ideológicos, temerosos acaso de que perviviera en el imaginario colectivo su impopularidad.
Luchar por las Luces ha sido impopular, en España, siempre, pues obliga a comenzar estableciendo lo atrasados que somos y que estamos. Ésa debe ser la razón de que el estigma de Godoy, de las Luces, permanezca intacto, y de que los ayuntamientos, según vemos en los programas de las Fiestas Patronales, apuesten, salvo escasas y maravillosas excepciones, por el ominoso y terrible PAN y TOROS.
Rafael Torres.