MADRID 12 Nov. (OTR/PRESS) -
Se comprende a Rubalcaba cuando se encocora al oír la consigna que se repite en todas manifestaciones ciudadanas: "PSOE, PP, la misma m... es". El todavía secretario general del PSOE se ofusca mucho, pero se ofusca tanto porque sabe que se trata de una verdadera percepción general o, cuando menos, de la izquierda. De ahí la pasión que puso en su intervención, que devino en mitinera por el dicho cabreo, al intentar desmontar ese parecido tan poco razonable como verificable en grado sumo. Tanta pasión le puso que, no estando acostumbrado a esos transportes político-emocionales, se puso malo y hoy anda, al parecer, restableciéndose. Pero, consignas y Rubalcabas aparte, ¿son iguales, la misma cosa, el PSOE y el PP?
Dejando a un lado las diferencias objetivas, que debe haberlas, y las subjetivas que el criterio de cada cual establezca, no tengo inconveniente ninguno en señalar, desde la libertad que da la independencia, o desde la independencia que da la libertad, una diferencia llamativa: en tanto el PP ama a su electorado, de suerte que cuando gobierna procura colmarle de mimos, el PSOE parece odiar al suyo como si le debiera dinero.
El electorado del PP es de derechas, como el PP, y salvo ahora, que el PP fastidia y maltrata a casi todo el mundo, algunos votantes del PP incluídos, suele hacer su política de derechas para satisfacer los intereses de la derecha y de las gente de derechas. Por el contrario, el electorado del PSOE es de izquierdas, pero el PSOE no lo es. Desde luego, cuando gobierna no lo es, y sólo cuando se hunde por la comprensible defección de sus votantes, se acuerda de éstos, de que son de izquierdas, y se apresta a "girar" hacia donde los dejó la última vez. Ahora bien; la Conferencia Política del fin de semana ha traído, al respecto, una novedad: también tiene fila a sus militantes.
Los militantes del PSOE son, nueve de cada diez, republicanos, como no podría ser de otra manera si adscritos a un partido socialista, y en las actuales circunstancias, de desplome de la Monarquía por su propio peso y de necesidad de ofrecer un discurso racional, atractivo y en sintonía con las aspiraciones de la izquierda, y no marciano como hasta ahora, para restablecer las posibilidades de ganar, se han rebelado esos militantes y han abucheado, cosa insólita en estos cónclaves, la marrullería del "aparato", que se las ha arreglado para perseverar en el absurdo de reputar al partido como monárquico y republicano al mismo tiempo. El PP y el PSOE no sé si serán lo mismo, pero a éste tal vez le convendría averiguarlo antes de las próximas elecciones.