Actualizado 26/07/2007 02:00

Rafael Torres.- Solitarios

MADRID 26 Jul. (OTR/PRESS) -

Al caso del agente doble podríamos encontrarle un aspecto positivo: va teniendo algún interés, al parecer, espiarnos. Ahora bien; toda vez que las actividades del agente Flórez se desarrollaron cuando nuestra política exterior no era sino un apéndice de la de Estados Unidos, concretamente en la modalidad de absoluta subordinación, cabría la hipótesis de que la potencia para la que hacía pluriempleo el traidor no quisiera espiarnos exactamente a nosotros, o sea, nuestras cosas, sino las del otro. En todo caso, y pues siempre apasiona al gran público éstas historias de espías, sería deseable que se extendiera a la instrucción del sumario y a la propia vista oral la publicidad que inicialmente se ha dado al descubrimiento y captura del funcionario mendaz, que, por cierto, tiene suerte de haber caído en la realidad y no en el cine, pues mientras en aquella puede arreglar el asunto con seis años a la sombra, en éste el costo de su traición no bajaría de recibir un dardo envenenado escupido por un paraguas o de sufrir un accidente.

Pero éste Flórez no fue el único solitario que cayó el otro día, si bien no hay mayor ni más lacerante soledad que la de un agente doble: también cayó el peligroso perturbado que atracaba bancos él solo, y que últimamente los atracaba para casarse, esto es, para ahorrar y casarse, aunque, por desgracia, no ahorró dolor a las familias de sus víctimas, los policías que presuntamente asesinó en el curso de algunas de sus acciones criminales. Esa crueldad, esa violencia y ese derramamiento de sangre le descabalgan del podio de los solitarios incruentos que merecen, si no admiración, piedad.

Rafael Torres.

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