MADRID 28 Sep. (OTR/PRESS) -
En el mundo bursátil hay dos clases de analistas: los llamados técnicos, y los llamados fundamentales. Los primeros consideran la dinámica propia de los mercados, con abstracción de las empresas que cotizan, de a qué se dedican y de su situación, tanto interna como relativa a la competencia en su sector. En consecuencia, elaboran sus gráficos y sus curvas del índice, y de cada empresa cotizada, y elaboran sus pronósticos basándose en la dinámica de esas curvas. Los segundos, los fundamentales, hacen sus análisis (y por tanto sus previsiones) tomando en consideración cada empresa cotizada, su situación económica y financiera, su, perspectivas de crecimiento, sus costes, su situación laboral, etcétera. Al final, por esos misterios de la libertad, resulta que los dos tipos de analistas llegan casi siempre a conclusiones parecidas; pero siempre hay excepciones también, y de vez en cuando se produce tanto el hundimiento en la Bolsa de una empresa que va estupendamente pero que se ve arrastrada por un contexto bajista, como los beneficios extraordinarios de una empresa que toma decisiones acertadas en un contexto hostil.
Los analistas políticos pueden también diferenciarse con este criterio. Los hay que hacen sus vaticinios basándose en lo que pasó en las últimas elecciones, otorgando a eso más importancia que a lo ocurrido durante la legislatura que se extingue, y los hay que consideran que el modo de gobernar y el modo de hacer oposición tienen más repercusión en los próximos comicios que las inercias electorales. Los primeros serían los técnicos, y los segundos los fundamentales. ¿Qué opinan unos y otros ante las próximas generales?
El lector no se sorprenderá mucho si digo que los análisis son bastante parecidos. Hoy por hoy, el pronóstico es de empate. Para los técnicos, la incertidumbre procede del hecho de que existe una docena de circunscripciones en las que el último escaño en liza puede dilucidarse por unos pocos centenares, o incluso unas decenas, de votos. Para los fundamentales, en cambio, el gobierno más bien catastrófico del PSOE zapatérico de estos años se ve compensado por una oposición errática que no ha sabido sacar provecho de esa situación.
La conclusión que comparten todos es que los últimos dos meses, y especialmente las últimas dos o tres semanas, serán decisivos. Cualquiera puede ganar. Cualquiera puede perder. Y para los dos grandes partidos nacionales, esta incertidumbre es pasar del todo a la nada, o viceversa.
Ramón Pi.