MADRID 30 Oct. (OTR/PRESS) -
Un titular de ayer: "Zapatero llega a tiempo para contemplar el socavón número 13 del AVE". Al presidente del Gobierno le está pasando desde hace algún tiempo lo peor que puede ocurrirle a un político: que la gente no se lo tome en serio. El pitorreo como reacción popular es arrasador, sobre todo en antevísperas electorales. Los expertos socialistas en propaganda se han dado cuenta, e intentan neutralizar esta coña general con vídeos en los que don Zetapé se ríe de sí mismo, con las zetas a troche y moche. Lo hacen con la esperanza de que eso funcione entre los nuevos electores, los que ahora tienen entre 18 y 22 años, para que reciban un mensaje de aspecto informal, sonriente y bienhumorado. Pero es dudoso que todos los electores de esas edades sean igualmente superficiales y tengan la cabeza así de hueca.
Hay bromas y bromas. Las bromas aduladoras se distinguen al primer golpe de vista de las bromas sarcásticas. Quevedo conoció la cárcel porque sus bromas no gustaban a los poderosos, no eran como las de los del marketing de Zetapé, sino que iban al corazón de las cosas. Algo así como un libro que acaba de aparecer, titulado "Diario de un presidente del Gobierno" (Editorial Renacimiento, Ediciones Espuela de Plata, Sevilla), escrito por Ángel Ruiz, que recomiendo vivamente al lector. Es un ejercicio rebosante de talento, implacable con la conducta de Zetapé y los presuntos fundamentos de su actuación, pero lleno de misericordia hacia el personaje.
Para dar al lector una idea de lo corrosivo y devastador de este libro, baste decir que hay algunas reflexiones puestas imaginariamente en la boca o la mente presidencial que parecen auténticas. No les digo más. De lectura imprescindible.
Ramón Pi.