Publicado 18/08/2013 12:00

Victoria Lafora.- Armas diplomáticas.

MADRID, 18 Ago. (OTR/PRESS) -

El primer ministro Cameron le ha ganado por la mano a Rajoy la primera jugada diplomática sobre Gibraltar. El poco europeo dirigente británico ha acudido a pedir ayuda a Bruselas y en concreto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

Cansada de la escalada de tensión en los cotidianos conflictos del Peñón y las provocaciones de Picardo, a las que entra al trapo como disparado por un resorte el ministro español Margallo, Londres se despereza del letargo veraniego y pide a Barroso "observadores europeos" que diriman el conflicto por las aguas territoriales.

Bien es verdad que, con la parsimonia característica de los funcionarios de la UE, se le ha contestado que se aplicará la ley pero la "observación", in situ, no llegara hasta octubre. Para entonces puede que todos los vecinos de La Línea que trabajan en la colonia británica hayan perdido su puesto de trabajo por llegar cada día con tres horas de retraso. Como siempre a rastras, Rajoy, ha llamado también a Barroso para explicarle que los controles en la verja no son abusivos y que lo de verdad clama al cielo es que Gibraltar quiera ampliar su territorio con una urbanización de lujo y un puerto deportivo a costa de las aguas territoriales españolas.

Y ahí esta la madre del cordero; en las aguas que rodean el Peñón y que España, agarrándose a la letra del tratado de Utrecht, considera suyas. De la poca consistencia de la reclamación de Madrid da cuenta el hecho de que jamás se haya llevado ante Naciones Unidas. Saben en Exteriores que, desde 1994, cuando se aprobó el tratado llamado la "Constitución del Mar", no existen territorios costeros "secos". Es decir todo territorio con mar tiene derecho a sus aguas.

¿A qué legislación se va a acoger Durao Barroso, cuando promete hacer cumplir las normas europeas, al Tratado de Utrecht a al Convenio del Mar? Cameron debe tener muy clara la respuesta cuando ha sido el primero en llamar.

Al margen de a quien de la razón Bruselas, lo lógico es que dos miembros de la Unión Europea acudan a los foros comunes para dirimir un conflicto colonial, enquistado en sus relaciones, y que no se resuelve con brabuconadas, ni con amenazas verbales mientras, una vez más, lo padecen los ciudadanos de la zona atascados ante una verja.

Demuéstrese ante los socios que el contrabando de tabaco, el tráfico de divisas, o el fraude al fisco español es palmario. Reclámese el cumplimiento de la resolución de Naciones Unidas sobre la descolonización y ¡por favor!, que se acabe este estúpido intercambio de chulerías de patio de colegio. Con la cantidad de problemas que tenemos...

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