MADRID 8 Feb. (OTR/PRESS) -
Una de dos; o Mariano Rajoy da un puñetazo sobre la mesa e impone, de una vez por todas, su autoridad -al día de hoy muy difusa por no decir ausente- o el mismo se hundirá irremediablemente en ese batiburrillo de luchas intestinas, espionajes y corrupciones que acorralan y asolan al Partido Popular. Y eso si el propio partido es capaz de sobrevivir indemne a tanto escándalo y a tanto desatino. Cosa difícil.
En los tiempos que corren, la ciudadanía no puede comprender que, con el país sumido en una crisis galopante, el primer partido de la oposición, lejos de aportar propuestas que ayuden a encontrar soluciones, esté inmerso en una crisis propia que no sabe, o no puede o no quiere solucionar. ¿Qué alternativa puede ofrecernos quien es incapaz de poner fin a sus propios y acuciantes problemas?
Si alguien pensaba que el PP estaba vacunado contra los efectos perversos de la corrupción que se vaya olvidando. Es cierto que en famosos casos bajo sospecha como el de Fabra, o el de Juan Martín Serón, alcalde de Alhaurín el Grande, los electores no sólo no le dieron la espalda a los sospechosos sino que les votaron más; pero también es cierto que los tiempos y las circunstancias cambian, y nada tiene que ver el 'tuti contenti' de las vacas gordas con un país en crisis y unos ciudadanos que sufren violentamente sus efectos mientras observan como una red de empresarios sin escrúpulos, en posible connivencia con administraciones del PP se reparten el dinero procedente del soborno, del tráfico de influencias o del blanqueo de capitales, al modo de los más oscuros capítulos de un 'Los Soprano' made in Spain.
Si teníamos poco con el culebrón interminable de los espionajes en Madrid, esta semana ha venido a ampliar aún más, por norte, sur, este y oeste, el jardín de los conflictos en el Partido Popular. El número una de la candidatura por Ourense ha sido descabalgado por un turbio asunto de cobro de comisiones a través de paraísos fiscales y nunca declaradas a hacienda. Luís Carrera, un hombre avalado por el propio Alberto Núñez Feijóo y de quien dijo el candidato a Presidir la Xunta que el dinero de los ciudadanos estaría seguro en sus manos. ¡Gran acierto, vive el Cielo! En Valencia y Madrid el juez Garzón desarticula una gran trama de corrupción política vinculada también al PP. 30 imputados, cinco detenidos y 'de oca en oca y tiro porque me toca'.
Lo dicho, o Mariano Rajoy da un buen puñetazo sobre la mesa y pone orden de una vez por todas o será -más pronto que tarde- la primera gran víctima de su propia indolencia.
Victoria Lafora