MADRID 27 May. (OTR/PRESS) -
Los populares, si nada lo remedia, van a votar hoy en contra del Real Decreto de medidas para recortar el déficit público. Después de meses reclamando al Gobierno un freno en el gasto, cuando este se produce y en la forma más dura y dolorosa para los ciudadanos, el principal partido de la oposición piensa que puede robarle votos al PSOE y no se suma a unos drásticos recortes exigidos por la Unión Europea.
Ese es, supuestamente, su sentido del Estado y responsabilidad política. Pero no contentos con su, difícilmente explicable, actitud ante sus socios europeos, la tarde anterior habían protagonizado un monumental escándalo en el Senado. Los montaraces senadores populares patearon, patalearon y abuchearon al presidente del Gobierno, en un espectáculo de patio de colegio, ante la mirada, suponemos atónita, de unos ciudadanos abocados a duros sacrificios económicos.
Abrazada a la demagogia, y con el ardor de quien baila un tango, Soraya Sáenz de Santamaría, habitualmente acertada parlamentaria, llegó a reprochar ayer a la vicepresidenta de la Vega que el ejecutivo prefiera "congelar la pensión a un jubilado antes que quitarle la cartera a un ministro".
Sabe Sáenz de Santamaría que estaría muy bien que desaparecieran los ministerios de Igualdad, Vivienda, la Vicepresidencia Tercera, y las fusiones de otros departamentos que ha propuesto su partido pero, lamentablemente, con esa medida, la reducción del gasto sería mínima y no sustituiría a la congelación de las pensiones con la que, dicho sea de paso, ningún español está de acuerdo. Pero, que la dirigente popular quiera obtener votos del sacrificio de los pensionistas es, cuando menos, una indecencia.
A nadie le gustan los recortes, a nadie le gusta las contradicciones permanentes de Zapatero y sus ministros, a nadie le gusta que les medidas se sepan con cuentagotas y a plazos para no enfadar a todos a la vez. Es verdad que se ha perdido la confianza, que hay sensación de falta de rumbo; es verdad que un día se anuncia una subida de impuestos que luego se desmiente, para fechas más tarde volver a sacarla de la chistera.
Siendo todo lo anterior cierto, no excusa que las medidas de recorte del gasto sean imprescindibles y puede que todavía se queden cortas. La situación es tan grave que la oposición no puede mirar para otro lado mientras el país se aprieta el cinturón. En el resto de Europa así lo han entendido, en España, no. Es un gravísimo error político y les puede salir el tiro por la culata a la hora de recoger esos votos por los que porfían.