Actualizado 11/01/2007 01:02

Victoria Lafora.- Valor frente a cobardia

MADRID 11 Ene. (OTR/PRESS) -

La Real Academia define como ambiguo, referido al lenguaje: el que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión. Referido a una persona, es quien, con sus palabras o comportamiento, vela o no define claramente sus actitudes ni opiniones. O sea, que es incierto y dudoso.

Pues bien, el Presidente Zapatero (aparte de que habla muy mal y cuesta entenderle) fue ambiguo de palabra y de obra durante los días que siguieron al monstruoso atentado de la T4 y eso es algo que los electores no perdonan. La ambigüedad, en momentos de crisis, es uno de los peores pecados del gobernante, porque produce un enorme desasosiego en la sociedad descubrir a sus líderes titubeantes y confusos. Solo la mentira perjudica más que la ambigüedad, porque la mentira irrita y enfurece, pero la ambigüedad decepciona.

Las encuestas recientes están confirmando esta idea. Zapatero no está sufriendo un profundo desgaste por su manejo del proceso para el final dialogado de la violencia; su desgaste viene de su actitud ambigua ante la ruptura del proceso. Sobre todo porque se adueño del protagonismo, permitió que se creasen unas esperanzas mucho menos fundadas de lo que supusimos, y no supo estar a la altura de las dramáticas circunstancias, ni con sus presencias ni con sus palabras. De aquí que la gente, que es muy sabia, apoye en su mayoría el proceso -sabe que era una obligación y un derecho enfrentarlo- y a la vez, castigue a su presidente.

A estas alturas de la legislatura, las encuestas reflejan un importante aviso, un varapalo, pero no una conclusión. Zapatero tiene, si quiere recuperar la gracia perdida, que tomar las riendas del gobierno y obrar en consecuencia. Porque, que no se equivoque el Partido Popular, ni Rajoy, ni quienes piensen que el batacazo de Zapatero es algo definitivo. Al pueblo sabio tampoco le gusta que en momentos de crisis la oposición trate de hacer leña del árbol -supuestamente caído- y le niegue el pan y la sal -como ha venido haciendo hasta ahora- en el tema que hoy más preocupa a los españoles. Y si no que vean la posición de Acebes y Zaplana en las encuestas. Mas que nunca, este país está necesitado de un esfuerzo de generosidad y una mayor altura de miras por parte se sus políticos, de todos sus políticos. No se puede seguir haciendo electoralismo barato con temas de Estado. Ni se puede tampoco permanecer en esa posición ambigua de acudir a una manifestación convocada por el PNV con un lema - zafiamente diseñado por Ibarreche- que no suscribes. Por muy oportuno que sea que sea, en este momento, estar cerca de los nacionalistas vascos. Que cambien el lema, que cedan también el PNV en algo tan sencillo, si realmente se busca la unidad de todos. Tampoco es de recibo que el PP se esté pensando tanto su asistencia a la manifestación convocada por las centrales sindicales y la Federación de Asociaciones de ciudadanos ecuatorianos en España. ¿Por qué? No existe una explicación decente. Es un momento para estar juntos y ser valientes. De lo contrario estaremos manteniendo sin enmendar las posturas partidarias y así solo ganarán los asesinos.

Si para algo ha podido valer el terrible dolor que esos asesinos nos han infringido a todos, sobre todo a las víctimas, es para abrir, quizás, una grieta en sus propias estructuras. Favorezcámosla metiendo a fondo en ella la cuña de la unidad y del valor de los demócratas frente a su demostrada cobardía. Y del comunicado: ni caso, solo mucho asco.

Victoria Lafora.

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