- Aunque ambas ciudades son un crisol de culturas, hay militares que desconfían de sus compañeros no cristianos
MADRID, 18 Dic. (OTR/PRESS) -
Fieles a Alá y a España. La revista 'Tiempo' dedica esta semana uno de sus principales reportajes a ese porcentaje de musulmanes que compone las Fuerzas Armadas acuarteladas en las ciudades de Ceuta y Melilla, dos ciudades que ejemplifican la amalgama cultural que lució una vez España. Según las cifras oficiales, los hijos de Mahoma suponen hasta un 30% de los militares de las comandancias españolas en el Norte de África, y, por los testimonios que aporta el semanario, conviven a la perfección con sus compañeros de otras confesiones. Aunque no hay que olvidar que en todas partes cuecen habas.
Dado que la confesión de cada individuo pertenece al ámbito de lo privado, el Ministerio de Defensa no da cifras oficiales sobre el porcentaje de musulmanes que componen hoy por hoy el Ejército español acuartelado en Ceuta y Melilla. Sin embargo, según la revista 'Tiempo' dicha cifra se elevaría hasta un 30% de los efectivos y, en casos como el cuerpo de élite de Regulares -creado en 1911 en África con personal indígena- los porcentajes son más elevados.
Igual que en otros sectores de la sociedad, este colectivo está en el punto de mira por culpa de unos pocos fundamentalistas. De hecho, en las últimas semanas, las guarniciones de las ciudades autónomas han saltado a los medios después de que tres soldados de origen magrebí participaran en la quema de un retrato del rey o de que uno de los once islamistas detenidos la semana pasada fuera un ex soldado. Sin embargo, los testimonios que recoge el semanario entre los soldados musulmanes, muestran a una tropa que convive a la perfección y que no tiene dudas de a quién sirve el Ejército.
"Mi patria es España y eso es algo que no tengo que demostrar", declara uno de los militares, en este caso de confesión hebrea, que dice no tener problemas con ninguno de sus compañeros cristianos, musulmanes o hindúes. Pese a que la convivencia parece correcta, sí que existen descontentos por el hecho de que los musulmanes tengan ciertas 'singularidades'. Por ejemplo, el viernes salen antes para poder ir a la mezquita o no se les puede decir una palabra más alta que otra porque "te acusan de racista", protestan algunos, que añaden: "no nos fiamos de ellos".
Otros, puntualizan que "el problema en el Ejército no viene dado por una religión o etnia, sino por su pertenencia a zonas marginales" y que una confesión no es sinónimo de nada. Así, explican cómo en algunos comandancias se aplican las reglas por igual, y si alguien quiere ir a la mezquita los lunes o disfrutar de una festividad musulmana, tiene que solicitarlo a los mandos y estar dispuesto a dedicar alguno de sus días de vacaciones.
PINOCHET 'EL QUÍMICO'
Otro semanario, en este caso 'Interviú', desvela uno de los proyectos más atroces de la DINA, los servicios secretos militares de la antigua dictadura de Augusto Pinochet en Chile, el 'Proyecto Andrea'. En connivencia con el FBI, el régimen envió en septiembre de 1976 a un agente a Washington D.C. para acabar con Letelier, ex ministro del asesinado Salvador Allende. El método empleado viajaba en un frasco de Channel nº5: gas nervioso sarín, un arma química prohibida por la convención de Ginebra.
Aunque el asesinato de Letelier se perpetró finalmente con un coche bomba, lo cierto es que los papeles del FBI que destapa el semanario sobre el 'Proyecto Andrea' dan una idea de los oscuros planes de la dictadura chilena. Entres los planes para el gas sarín se encontraba el exterminio de prisioneros del régimen, el control de las fronteras con Perú y Argentina, o el asesinato de Pascal Allende, sobrino del presidente derrocado, refugiado en la embajada de Costa Rica.
Además, un apartado del reportaje destaca la fechorías económicas de Pinochet, donde enumera más de un centenar de cuentas secretas en las que el general chileno y su familia amasaban una fortuna. Todavía se desconoce la cifra total que el dictador y sus allegados desviaron e incluso el número de cuentas secretas de las que disponen. Cabe destacar que frente al espectacular hallazgo en un banco de Hong Kong de nueve toneladas de oro (180 millones de dólares) la paupérrima compensación que han recibido las más de 30.000 víctimas de la dictadura, oscila entre los 138 y los 199 euros.