Actualizado 31/03/2017 01:07

Trump mantiene la guerra con la prensa y opta por Twitter como medio de comunicación directo

El magnate cuenta con 15 millones de seguidores en la red social

MADRID, 17 Nov. (OTR/PRESS) -

No hay 'feeling' entre el presidente electo de EEUU, Donald Trump, y los medios de comunicación. Más de una semana después de haber ganado las elecciones, aún no ha comparecido en una conferencia de prensa. Su predecesor, Barack Obama, tardó tan sólo tres días en presentarse ante los medios de comunicación en 2008. Sin embargo, el magnate optó por conceder una entrevista de televisión en horario estelar y desatar una oleada de tweets por todo el mundo.

Su jefa de campaña, Kellyanee Conway, ha dicho que "en breve, diría yo" dará una rueda de prensa ante todos los medios pero que está "muy ocupado" componiendo su gabinete y "hay un montón de actividad en el piso de arriba" (de la Torre Trump).

Como carece de tiempo para comparecer ante los medios, utiliza las redes sociales como portavoz de sus críticas, réplicas, desmentidos y como medio de comunicación directo. No en vano cuenta con 15 millones de seguidores en su cuenta de Twitter y cada uno de sus tweets acaba en un titular de prensa en primera página de los diarios del mundo.

El magnate ha reabierto la guerra con la prensa, sobre todo y especialmente con el diario The New York Times, que cada día pone el dedo en la yaga sobre las actuaciones o declaraciones del presidente electo.

La última controversia sucedió en la noche del martes tras la visita a un restaurante en la que esquivó a la prensa. Su equipo había afirmado que no saldría de su 'Torre' en el resto del día. Sin embargo, salió a cenar al Club 21 de Manhattan rompiendo todo el protocolo previsto, además de que el anuncio de su equipo resultó ser falso.

Los medios de comunicación estadounidenses no están acostumbrados a esta falta de compromiso con la verdad por parte del propio presidente de la nación. La Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca calificó de "inaceptable" tal actitud.

En EEUU es habitual que un grupo regular de periodistas se unan habitualmente a la caravana del presidente para registrar su paradero y estar siempre al tanto de lo que suceda, o bien estar a mano por si se produce alguna noticia imprevista en la que necesiten al presidente o informar sobre cualquier acontecimiento destacable. Con Donald Trump no está sucediendo. Sencillamente son ignorados por parte del equipo del presidente.

Jason Miller, portavoz de Trump, reconoció que lo sucedido en la noche del martes podría haberse hecho mejor por su parte y mantener una mejor comunicación con la prensa.

Sin embargo, para la prensa no se trata de una mera anécdota. Es un modo de actuar que no le van a perdonar a Trump si persiste en esquivarles. Miller también señala que el presidente debe tener "cierto grado de privacidad" aunque aseguró que deben tratar de que "algo como lo de anoche no vuelva a suceder".

El magnate ha librado una guerra sin precedentes contra la prensa desde que se postulara a las primarias del Partido Republicano y después como candidato a la presidencia. Ha acusado a los medios de comunicación de estar "amañados", de manipular encuestas e informaciones suyas y de favorecer a su rival en campaña, la demócrata Hillary Clinton. Ha expulsado a periodistas de sus comparecencias durante la campaña, ha impedido que entraran corresponsales extranjeros a sus mítines y aún así ha acaparado miles de titulares en todo el mundo.

Donald Trump cuenta con 15 millones de seguidores en la red social de los 140 caracteres y la utiliza para reprender a sus críticos, atacar a sus adversarios y lanzar declaraciones incendiarias que copan los titulares de todos los medios de comunicación a las pocas horas. La prensa le ha hecho parte de la campaña siendo el altavoz de sus propuestas, por descabelladas e insultantes que fueran.

Ante las informaciones que publicaba la cadena CBS sobre que el magnate quería acreditaciones de alto nivel para sus tres hijos mayores, el magnate ha vuelto a optar por la red social para desmentir tal propósito. Desde la época de Kennedy que en 1961 nombró fiscal general a su hermano, y la ola de críticas que aquello suscitó, jamás un presidente había concedido a ningún miembro de su familia una posición cercana a acceder a secretos de Estado e información sensible y confidencial.

El New York Times, en su edición del jueves, publica precisamente que si bien sus hijos tienen prácticamente imposible el acceso directo a ese tipo de información de alto nivel en la Casa Blanca, no lo tendría su yerno quien sí puede formar parte de su personal de confianza con un cargo 'no remunerado'.

SU BATALLA PERSONAL CONTRA EL NEW YORK TIMES

La guerra del magnate con el diario más importante del país es constante. De hecho, el New York Times fue el que reveló cómo había evitado pagar impuestos durante 18 años aprovechándose de exenciones fiscales. Durante toda la semana, el diario lleva informando también del 'caos' que está suponiendo la transición.

El supuesto desorden en su equipo es otra de las cuestiones que el presidente electo responde a través de Twitter diciendo en la noche del martes que todo estaba siendo "muy organizado", que "iba como la seda" y tachando de "totalmente equivocadas" las informaciones del periódico. Trump puntualizaba que "había hablado con muchos líderes extranjeros". Mencionó a Rusia en primer lugar, cuando habló de los países con los que había contactado, lo que no ha pasado inadvertido para sus críticos que recuerdan la admiración que el magnate ha manifestado por el presidente ruso, Vladimir Putin.

Lo normal, o habitual hasta el momento, es que los contactos con países extranjeros se hagan a través de la Secretaría de Estado pero en esta ocasión, Trump ha evitado la guía del Departamento y, como es habitual en él, marca su propia agenda, ritmo y diplomacia.

El diario británico The Guardian recoge que el ex redactor de discursos de George Bush, David Frum ha criticado también a través de la red social cómo un presidente de Estados Unidos está utilizando Twitter para criticar a sus críticos. El hecho además de que publique con quien habla y con quien se reúne no es algo habitual ni es prudente. Frum se pregunta cómo se comportará el presidente electo ante un importante secreto.

Su inexperiencia política, su incontinencia verbal e impulsividad le convierten en alguien impredecible que preocupa a una parte de América y a una gran parte del mundo. No en vano es el hombre más poderoso del planeta. Su guerra con la prensa no le resta titulares, más bien los aumenta a diario.