Actualizado 04/09/2010 14:01

Antonio Casado.- Gómez y Jiménez.

MADRID 4 Sep. (OTR/PRESS) -

Curioso y/o significativo es el fenómeno detectado en la contienda protagonizada en el socialismo madrileño por el candidato del escalafón, Tomás Gómez, y la de las encuestas, Trinidad Jiménez. Me refiero al hecho de que los apoyos a la ministra se proclaman y se difunden por tierra mar y aire. Mucho más discretos y menos aireados son los apoyos al líder del PSM.

Como si fuese vergonzante apostar públicamente por el segundo. Un espejismo. Lo que ocurre es que la cobertura de apoyo a Gómez es en su mayoría la de los militantes de base, bastante hartos de las "estrellas invitadas" impuestas desde Moncloa. Y es lógico que tenga más repercusión mediática el apoyo de un ministro, que inevitablemente será para Jiménez, que el de un afiliado, que en principio será para Gómez, su secretario general, cargo ganado limpiamente con el apoyo mayoritario de la militancia.

La mala noticia para la ministra de Sanidad y sus costaleros (Zapatero, Rubalcaba, Blanco, Hernando, Pedro Castro...) es que los ministros con derecho a voto son muy pocos y los militantes son casi 20.000. Por eso Trinidad Jiménez le ha dicho a sus seguidores que si pasan de cuartos ganan la final. Para ella es mucho más difícil superar el filtro de las primarias que hacerle perder a Esperanza Aguirre la mayoría absoluta en las elecciones de la primavera próxima.

Y por eso se niega a un debate público con Tomás Gómez, "donde quiera, como quiera, cuando quiera", dice éste, con la excusa de que perjudicaría al partido. La excusa no es creíble. Y si la mantiene -no hay novedades respecto a su primera negativa-, acabará lastrando sus aspiraciones. No es la primera vez que se celebran primarias en el seno del PSOE. Y los militantes no son tan cafres como olvidar la común lealtad de ambos a su partido y a su líder, Rodríguez Zapatero.

Por tanto, los votantes del 3 de octubre entienden perfectamente que la disputa consiste en confrontar dos recetas, dos estrategias, dos modos distintos de intentar la recuperación del Gobierno autonómico. Si el uno o el otro desbordan esos límites de la confrontación interna, formalizada y reglamentada en las consabidas elecciones primarias del 3 de octubre, no será un problema de los militantes sino de los aspirantes a ocupar el sillón de la Puerta del Sol que ocupa Esperanza Aguirre desde hace casi ocho años.

En teoría no debería existir ese temor. Trinidad es ministra de Zapatero y Tomás Gómez no pierde ni una oportunidad de expresar su identificación política y personal con el líder del PSOE. Incluso le molesta escuchar que se ha hecho famoso por llevarle la contraria a Zapatero en lo que respecta a la candidatura madrileña. Entiende que es juego sucio quererle colgar el sambenito de la deslealtad.

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