MADRID 15 Dic. (OTR/PRESS) -
Algunos debates televisados entre políticos metidos en pugna electoral han hecho historia. Empezando por aquel Nixon-Kennedy fundacional de hace más de cuarenta años que tanto inspiró a los expertos en técnicas electorales. Y, por ir a lo doméstico, aquellos dos inolvidables cruces verbales a cara de perro entre González y Aznar en 1993, único precedente de nuestra reciente historia. Desde entonces, no ha habido manera. A partir de esa ya lejana oportunidad, el PP siempre hizo oídos sordos a la masiva demanda de un mano a mano entre los primeros espadas. Solo tres años después, en la campaña electoral de 1996, Aznar ya no quiso volver a tentar la suerte. En la de 2000 se carcajeaba con las peticiones de Almunia. Y en la última, la de las elecciones del 14-M, el sucesor de Aznar en el PP, Mariano Rajoy, hizo concebir esperanzas a un Zapatero que mendigaba un debate televisado porque tenía mucho que ganar y nada que perder. Pero tampoco tuvimos suerte.
Por fin, esta vez se nos regala la ocasión de saber cómo se faja el titular frente al aspirante, y el aspirante frente al titular, en la pequeña pantalla. En vivo y en directo. Sin red, porque la televisión no engaña. Al menos dos cruces Zapatero-Rajoy han sido acordados por los jefes de sus respectivos equipos electorales: José Blanco (PSOE) y García Escudero (PP). Se llevarán a cabo en el período de las tres semanas previas a la jornada electoral del 9 de marzo. Excelente noticia. Los ciudadanos les asiste el derecho a conocer el género puesto a la venta en venta en unas elecciones generales para elegir a los gobernantes de un país. Y conocerlo a fondo, en todas sus dimensiones, porque aquí no hay posibilidad de devolver lo adquirido en las urnas, lo que nos venden en las urnas, por ser más precisos. Este tipo de debates televisados forman parte de la cultura democrática y antes o después acabarán siendo obligatorios por ley, como un derecho de los electores y un deber de los elegibles.
Por centrarse en el aquí y ahora, conviene recordar que los especialistas en cuestiones electorales sostienen que estos "cara a cara" entre candidatos son probablemente el elemento más movilizador de las campañas. Bastante más, dicen, que la cartelería, los mítines, las promesas, etc. Eso explica las dudas de última hora que tuvo Rajoy sobre la conveniencia de aceptar los debates. Es sabido que el PP tiene muy amarrados a sus votantes, mientras que una importante franja de los potenciales votantes socialistas sigue desmovilizada.
Antonio Casado.