MADRID 2 Jun. (OTR/PRESS) -
Si yo fuera Rajoy no me confiaría ni dejaría que algunos de los dirigentes populares, avalados en su gestión por la contundencia de los resultados cosechados en las urnas, cayeran en la tentación de relajarse y morir de éxito o apurar hasta el último día sus vacaciones de verano. Si Rajoy no quiere verse sorprendido por el adelanto de las elecciones generales haría bien en creerse, por si acaso, que Zapatero maquina en colaboración con Manuel Chaves llamarnos a las urnas el próximo 28-O, 28 de octubre, justo coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de la aplastante victoria socialista de 1982 que llevó a Felipe González a la Moncloa.
Zapatero y Chaves estudian la convocatoria de las elecciones generales y andaluzas en esa fecha emblemática para el PSOE por lo que supuso aquel triunfo llamado del "cambio", tras un fallido golpe de Estado como el del 23-F y apenas cumplidos seis años de la recuperación de las libertades y de la democracia en España. El 28-O ayudaría a la movilización, se cree en Ferraz y Moncloa que arrastrado por la nostalgia, de una buena parte de ese desencantado y defraudado electorado de izquierdas que le dio la espalda al PSOE el 27-M, tres años después de catapultar a Zapatero a la presidencia del Gobierno.
A Manuel Chaves no parece que le haga mucha gracia la coincidencia de las elecciones andaluzas con las generales por el temor a que las consecuencias de la errática y controvertida política de Zapatero tenga efectos negativos en el voto autonómico. Dicho en "román paladino", Chaves no querría recibir en su trasero la patada que los electores andaluces puedan propinarle a Zapatero en las urnas, a cuenta, entre otros dislates del presidente, de su aventurerismo político con ETA. Pero también es consciente de que, haciendo coincidir de nuevo los comicios generales con los de Andalucía, donde el PSOE atesora su más acreditado granero electoral, Zapatero tiene alguna opción más para seguir en la Moncloa que yendo por libre.
La victoria del PP en las municipales y autonómica del 27-M, en votos y porcentajes, unido a las implacables derrotas sufridas por los socialistas en Valencia y Madrid, refleja un claro desgaste político de Zapatero que irá "in crescendo" mientras dependa de las acciones imprevisibles de una banda terrorista y de socios parlamentarios que como ERC ya no está dispuesto, por pura táctica electoral, a apoyar sin más los Presupuestos Generales del Estado de 2008. Ante este panorama y con el partido incendiado en Madrid, Zapatero habría confiado a sus más próximos la firme decisión de no agotar la legislatura y adelantar los comicios generales y andaluces al 28 de octubre convencido de que pretender alargarla hasta marzo, terminaría arruinando sus expectativas de renovar mandato.
Antonio Jiménez.