Actualizado 07/07/2007 02:00

Antonio Jiménez.- Crisis cosmética

MADRID 7 Jul. (OTR/PRESS) -

La cuarta remodelación de gobierno que ha hecho Zapatero desde que se instaló en la Moncloa no ha entusiasmado ni a sus partidarios que también la han valorado como una simple operación de cosmética dirigida a transmitir la idea de que la legislatura no está finiquitada y aún hay recorrido para legislar sobre temas pendientes.

Así la ha justificado el propio Zapatero quien se niega a admitir que los "meses basura" que quedan para concluir su mandato, tiempo equiparable a los "segundos basura" que restan para terminar el partido de baloncesto y el resultado es inamovible por la imposibilidad de remontarlo, van a permitir la ejecución de proyectos legislativos que necesitan de un apoyo parlamentario que sus habituales socios de legislatura, por más que hayan sido sus palmeros o mariachis durante los últimos tres años, no le van a prestar , metidos como estamos, en campaña preelectoral. El presidente ha buscado con la crisis un golpe de efecto que va a quedar visualizado en los titulares de los próximos días y posteriormente, comprobado que no hay un giro político de fondo, se diluirá como un azucarillo en el café. Ha sido una crisis de "chichinabo" acorde con el estilo político estrafalario e imprevisible que caracteriza a Zapatero.

Ninguno de los ministerios afectados por el ajuste y los ministros salientes, ha tenido peso político en el gobierno. La salida de María Antonia Trujillo del prescindible departamento que ha ocupado, vacío de contenido y condicionado por las competencias transferidas a las autonomías, no parece que haya despertado lamento o sorpresa alguna. La Trujillo sencillamente no ha existido en la legislatura y su sucesora, Carmen Chacón, salvo vender humo y aguantar la presión de un sector como el inmobiliario que empieza a generar inquietudes e incertidumbres en términos económicos y de empleo, poco puede aportar en los siete meses que restan para las elecciones. Carmen Calvo ha sido, en cambio, una ministra muy activa y por ende dada a meterse en algunos charcos. En el último, la polémica Ley del cine, a Calvo le llegó el agua al cuello y cuando Zapatero ha tenido que optar entre ella o los titiriteros y pancarteros cabreados con la ministra no ha dudado en entregarle su cabeza a Pilar Bardem y compañía. Más sangrante ,desde un punto de vista político, es el caso de Jordi Sevilla a quien el presidente la ha ninguneado durante los últimos tres años dejándole al margen de las reformas estatutarias que suponían el único cometido acorde con su departamento. Jordi Sevilla deja el Ejecutivo inédito. No así su sucesora, Elena Salgado, que si por algo se ha distinguido en Sanidad ha sido por una actitud fundamentalista y prohibicionista rayana en la obsesión. Con su paso al oasis de Administraciones Publicas eso que ganaremos los consumidores y especialmente el sector vitivinícola.

En resumen, esta crisis de gobierno no deja de ser una derivación de la máxima lampedusiana de cambiar algo para que todo permanezca igual. Y eso es lo que ha hecho Zapatero, además de romper la paridad de su ejecutivo, él que es tan feminista.

Antonio Jiménez.

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