Actualizado 23/02/2007 01:00

Antonio Jiménez.- Vinus Interruptus

MADRID 23 Feb. (OTR/PRESS) -

A la ministra Salgado, esa señora que luce una estampa victoriana de profesora de piano, como la describe Rafael Martínez-Simancas, se le ha terminado atragantando el bebedizo legal con el que pretendía preservar a los menores de la tentación del alcohol y, de paso, fastidiar a los mayores. Un trago amargo, sin duda, para alguien que ha hecho de su actividad en el ministerio de Sanidad y Consumo un continuado ejercicio de prohibiciones y restricciones varias con el loable propósito de alargarnos la vida. Un duro revés, en definitiva, para quien decidió ponerse el uniforme de gendarme del Gobierno para combatir los vicios y nefastos hábitos alimenticios de los españoles. No seré yo, sin embargo, quien discuta o cuestione el bienintencionado interés de la Salgado por alejarnos del "jodío fumeque", como decía el genial personaje de Armiñan apodado Juncal cada vez que le atacaba la tos, o de las grasas saturadas y hasta del "vino que tiene Asunción"; pero una cosa es la prevención ligada a la información sobre los riesgos y consecuencias que conlleva una mala vida y otra pretender alejarnos de ella a costa de amargarnos la existencia.

El sector vitivinícola afectado por el proyecto aparcado en el dique de Sanidad hasta nueva orden, aguarda con expectación e inquietud el desenlace del conflicto. La batalla del vino, que no la guerra, la han ganado los agricultores y bodegueros que estaban dispuestos a incendiar políticamente con sus tractores los predios, pagos y denominaciones de origen de toda España en vísperas de las autonómicas y municipales de mayo. Zapatero ha obligado a la Salgado a arriar la bandera de su controvertida "ley seca", no porque considere que el vino debe tener un tratamiento diferente al del resto de bebidas alcohólicas como le pide el sector, sino porque en Ferraz han echado cuentas y las consecuencias de seguir adelante con el proyecto, en términos electorales, para los intereses del PSOE amenazaba con amargarle el brindis a los socialistas el 27 de mayo. Queda por saber si el "vinus interruptus" de la ministra Salgado es meramente coyuntural y obedece a una estrategia política de nítido interés partidista, como nos tememos, para que una vez pasado el riesgo de las urnas y salvado el escollo electoral, vuelva la "burra a la linde". Para evitar que eso ocurra los sectores afectados deberían emplazar a Zapatero, antes de las elecciones, a una aclaración sobre el futuro del proyecto de ley. El hecho de que la ministra de Sanidad, tras la desautorización sufrida, no haya presentado su dimisión por decencia democrática, es todo un síntoma de lo que puede ocurrir pasado el rubicón electoral autonómico y municipal: la vuelta de la "burra a la linde".

Antonio Jiménez.

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