Publicado 27/05/2014 12:00

Antonio Pérez Henares.- Cinco millones de votos

MADRID 27 May. (OTR/PRESS) -

Cinco millones de españoles han dejado de votar a PP y PSOE. Luego empiecen con los porcentajes, 30 puntos, los escaños, 17 menos, y las derivadas, los crecimientos de las formaciones que han predado en sus caladeros, pero la cifra definitoria y demoledora de lo sucedido es esa. Cinco millones de votantes perdidos. El bipartidismo no alcanza ni siquiera el 50 por 100 de los votos y se abre, o puede abrirse ya definitivamente en autonómicas y municipales, un mapa totalmente novedoso y no conocido en nuestra actual democracia.

Los votantes han castigado con fuerza al Gobierno y al Partido Popular, con tanta que ni siquiera su victoria contra el PSOE, puede minimizar unas pérdidas brutales y que ni siquiera los más pesimistas esperaban. Tan fuertes que con 16 escaños quedaba a merced del PSOE con nada que este hubiera tenido un mínimo de empuje y de recuperación electoral desde la oposición. Pero es que si el PP se ha quedado tuerto y muy dañado, el PSOE se ha quedado ciego y terminal.

Porque al menos al PP le cabe el consuelo de la victoria, aunque amarga, y de que solo Rajoy junto con Merkel y Renzi se han mantenido, desde el Gobierno en cabeza en la Europa de los recortes, pero al PSOE no le queda clavo alguno al que agarrarse. Su desastre, tan solo ha conseguido victorias parciales en Andalucía, la más significativa, Extremadura y Asturias, alcanza proporciones trágicas. Sobre todo si se tiene en cuenta lo que en su campo ha sucedido. No solo Izquierda Unida le ha mordido territorio sino que el neonato Podemos, depositario en urnas de los votos y la iconografía del 15-M, ha entrado con gran fuerza en su granero. Entre ambas formaciones le superan en muchos lugares, y no solo en Madrid, sino por buena parte de las ciudades de España. A Izquierda Unida, Pablo Iglesias le ha lastrado su subida, que aún así alcanza al 10% pero entre ambos suman un 18% que pisa los talones al exiguo 23 de Rubalcaba y Valenciano.

En cuanto a UPyD, puede entenderse su contento, algo impostado, de lograr cuatro escaños, pero su estancamiento es un hecho si nos atenemos a las pretensiones y expectativas que eran bastante más que ese 6% de votos. Al partido de Rosa Díez le ha aparecido un serio competidor en ese espacio con el emergente Ciudadanos que ha logrado de inicio en su presentación nacional un 3% y medio millón de votos. En cuanto a las batallas nacionalistas habrá que resaltar y mas tarde analizar consecuencias de la victoria de ERC sobre CiU por vez primera y lo que el arrebatarle la primogenitura en la Cataluña del soberanismo. El PNV le ha ganado a un Bildu que se mantiene fuerte y logra con BNG su escaño en Europa. Entre los pequeños también ha habido fracaso, el del histriónico juez Silva, reducido a nada, y el de Vox. Vidal Cuadras se ha quedado sin escaño ni sueldo europeo, pero su irrupción ha costado al partido del que se había escindido 1,5% y un escaño.

Pero todo ello son derivadas. Lo esencial a analizar de ahora en adelante es que sucederá en el futuro en el mapa político de España. No parece que aquí nos dirijamos hacia el "modelo" francés, triunfo de Le Pen y hecatombe del ayer salvador europeo del socialismo, Hollande, un 14% ni hacía el griego, triunfo del homónimo a IU o aún más a Podemos, Syriza, con nuevo desplome socialdemócrata, un 7% escaso y menos escaños que los pronazis de Amanecer Dorado. Lo que pueda suceder habrán de decirlo las urnas de autonómicas y municipales, donde puede en cierta medida retornar aguas a su cauce, el PP confía en recuperar buena parte de sus votos que entiende fugados a la abstención o bien ahondarse en el hundimiento del suelo bipartista. El PSOE está ahora ya obligado a tomar decisiones y Rubalcaba casi obligado a entregar las llaves. Porque en la izquierda sí se ha acudido a las urnas. Ha habido mucha mayor movilización electoral que en la derecha. Pero no para ir a votar precisamente al PSOE. Si no a cualquier otra sigla. La izquierda amanece hoy con más votos en su conjunto que el PP pero tan fragmentada que ensamblar su piezas se antoja muy tumultuoso.

En el tremendo fiasco bipartidista habrá que señalar también el nuevo trastazo de las encuestas, todas, CIS incluido, que más o menos acertaron en las posiciones pero erraron de manera estrepitosa en las dimensiones. En el añadido de despropósitos habrá que sumar la penosa y zafia campaña entre el PSOE y el PP. Si alguien pudo creer que la exacerbación hasta el paroxismo de lo de Cañete movilizaba o contramovilizaba a uno o a otro, resultó que lo que hizo fue hastiar a ambos.

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