Actualizado 27/11/2018 08:01

Antonio Pérez Henares.- Sánchez "reconquista" Gibraltar

MADRID, 27 Nov. (OTR/PRESS) -

Al oír a Sánchez irrumpir en el Telediario del medio día de este sábado pasado lo creí entender y pareció a mucha gente que estaba comiendo tan tranquila era que había reconquistado, el solito, el Peñón de Gibraltar. Trescientos años después, en un pis-pas, nada más bajarse del avión que le había traído con Begoña de La Habana.

Eso fue a lo que sonaba, desde luego, y lo que se intentaba que pareciera después de haber estado impostando campanudamente que iba a vetarlo todo y que ni pensaba aparecer por Bruselas. Había logrado sus objetivos y era la UE y era la Gran Bretaña quienes doblaban la rodilla ante su empuje y amenaza.

La realidad muy otra. La realidad es que como ha dicho la líder lituana en voz alta y los cucos de Bruselas que se la saben todas, sobandole el lomo mientras se la meten doblada, la cosa se ha saldado con un "prometemos que prometeremos" y una carta de Teresa May sin valor jurídico alguno. Porque la clave es que en el acuerdo, en el acuerdo firmado y suscrito por los 26, Sánchez incluido, lo que antes figuraba, en el borrador del año 2017 pactado por el ministro Margallo, que España tendría, ahí si que sí, capacidad de veto y última palabra para cualquier acuerdo que se refiriera a Giblaltar, ha desaparecido del texto.

Lo hicieron desaparecer ante la desidia diplomática del sanchismo y lo único constatable es que no ha vuelto a aparecer en lo firmado. Esa es la contundente realidad que toda esta escenificación y pantomima quiere lograr que no veamos. Esa es la desnuda verdad de su fanfarria.

Porque eso era la proclama de Sánchez. Pura fanfarria. Teatro y farfolla. Una nada hinchada de humo. Un nuevo spot de Iván Redondo. Un maestro, sin duda, de la publicidad política.

Lo cierto es que el actual gobierno ha perdido lo que el anterior consiguió al respecto y después de que le colaran el gol por la escuadra. Ha tragado con la famosa cartita, ahora ha tragado con una carta británica de "intenciones", sin valor de ley alguna, y las promesas de la UE, ese "prometer que prometeremos" que eran al principio "inaceptables" y luego no solo se convertían en "garantías suficientes" sino que se exhibían casi como si de la toma al asalto de la Roca se tratara. Vamos que después de la "reconquista televisiva" de Sánchez uno ya lo que esperaba era la imagen de la bandera española tremolando al viento en lo más alto del Peñón.

Pero miren, en buena parte Iván Redondo ha logrado su objetivo. Lo que supone un verdadero fiasco, que se comprobará cada vez más fehacientemente y por la contundencia de los hechos, ha quedado como mal menor reducido a una polémica y para la parroquia capaz de comulgar con todo hasta como una nueva heroicidad del presidente, cada vez más en clave caudillo al paso que lleva. La fantasmada convertida en un nuevo logro y una aplastante victoria.

Que ese es el pan nuestro propagandístico de cada día, debido a la casi total ocupación o sumisión de los medios de comunicación masivos. Esa es en realidad la única estrategia política de Sánchez y, reconocerlo es una obviedad, la que le funciona realmente bien.

Pero algunos irán dándose cuenta, espero, que la verdad y este presidente suponen en si mismas una contradicción "in terminis". Es en la precisa expresión popular un "fantasma" y su gobernanza un continuo un spot publicitario a cada cual más falso pero que, no lo duden, engaña a muchos. Sobre todo a los que quieren seguir engañados.