MADRID 9 Oct. (OTR/PRESS) -
Los datos, que se confirman cada día, de las asignaciones de jubilaciones y sueldos escandalosos de directivos de Cajas de Ahorro intervenidas por el estado, se hacen cada vez más insoportables.
En medio de la mayor crisis económica de la democracia, con cifras de paro que cabalgan hacia los cinco millones de desempleados, las instituciones del estado asisten impávidas a ésta obscena demostración de rapiña sin atreverse a intervenir.
Algunas consideraciones:
Las cajas de ahorros son, o casi mejor, eran, instituciones públicas, provenientes de arcaicos sistemas financieros, sin accionistas y sometidas, en la mayor parte de los casos, a opacos sistemas de administración dependientes de poderes políticos o eclesiales.
Definidas de carácter financiero benéfico, han acabado siendo en muchos casos refugio de amiguismos y de poderes inaccesibles al control de los ciudadanos. Su gestión ha sido más dirigida a satisfacer intereses políticos y corporativos que a beneficiar al conjunto de la sociedad.
Algunos de estos gestores debieran ser juzgados por haber llevado las cajas a la ruina; sin embargo se han auto asignado gratificaciones insoportables aún en el caso de que las hubieran sido gestiones brillantes.
El Gobernador del Banco de España, el Gobierno del PSOE y las comunidades autónomas, con responsabilidades directas en el control de estas cajas, no hacen nada por recuperar el dinero sustraído ni por castigar a estos individuos.
La legitimidad del poder pende de un hilo. Y lo ocurrido en estas cajas puede ser la prueba del algodón de este sistema de intermediación y representación política.
Si nuestros representantes no tienen capacidad ni voluntad para impedir estos saqueos no van a conseguir el reconocimiento ni el respeto de los ciudadanos.
El 20-N puede haber un cambio del sistema de representación si muchos ciudadanos modifican sus votos tradiciones y los conducen hacia la abstención o votos alternativos al PP y al PSOE. No es un disparate pensar que esto pueda ocurrir a la vista del descrédito de nuestra clase dirigente y del hartazgo social por estas irregularidades insoportables.