Actualizado 05/10/2011 14:00

Carlos Carnicero.- La crisis como oportunidad de recortar.

MADRID 5 Oct. (OTR/PRESS) -

Los recortes que se están efectuando en todos los rincones del estado son armas arrojadizas de los partidos entre ellos pero los cascotes de esa metralla caen sobre la población.

Primero fueron la congelación de las pensiones y la bajada del sueldo de los funcionarios. Después, los recortes en los derechos laborales de contratación y de condiciones de despido. Y en esta fase del proceso estamos en el desguace de la educación pública en Madrid y de la sanidad en Cataluña.

El estado -incluyendo las autonomías- se ha convertido en el gran despedidor. Se traslada la responsabilidad de la contratación a los trabajadores poniéndoles en la tesitura de bajarse la retribución o aceptar que sean despedidos interinos.

Todo esto es una campaña organizada. Una mano oculta quiere acabar con el estado del bienestar sin tocar un ápice los privilegios de los poderosos. El PSOE amenaza con las consecuencias de un gobierno popular cuando no tiene remedio; tenía que haber tenido Zapatero el coraje de oponerse a la dictadura de los mercados y por lo menos haber disuelto en el primer momento de la crisis por dignidad.

Ahora Rubalcaba está metido en el mismo barco que Artur Mas y que Esperanza Aguirre. Entre otras cosas porque los socialistas catalanes y los madrileños no están presentes en la batalla contra esos recortes. La bronca del PSOE es electoral, no en la vida cotidiana. Y a los ciudadanos el escepticismo les está ahogando. Solo creen en sus partidos los fanáticos de cada bando. Los demás, a lo mejor no van ni a votar.

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